Roberto H. Cachanosky
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
INFOBAE – Sería un error comparar la actual situación con la era k como punto de referencia para saber si mejoramos o no, porque estaríamos poniendo la vara muy baja
Si el resultado electoral del 22 de octubre es el que se perfila actualmente, Macri va a tener un importante capital político que, aunque no le permita tener el control de ambas cámaras, le otorgará un mayor margen de maniobra que el que tuvo hasta ahora.
Insisto, de confirmarse el resultado electoral que se vislumbra, el presidente tendrá una segunda gran oportunidad de torcer el rumbo de decadencia económica que lleva 70 años en Argentina, considerando que una gran primera oportunidad, a mi juicio desperdiciada, fue el 10 de diciembre de 2015 cuando asumió la presidencia. En ese momento, si se hubiese detallado claramente la herencia recibida del kirchnerismo, el margen de acción le hubiese permitido adoptar medidas económicas más contundentes que las que se adoptaron hasta ahora.
Sin duda que hoy el ambiente económico institucional es el día y la noche respecto a los nefastos años del kirchnerismo. No solo ya no tenemos a la AFIP haciendo de KGB que persigue a los que piensan diferentes, las interminables cadenas donde CF vendía un mundo irreal y no existen las medidas delirantes de Moreno y de Kicillof entre otras cosas. Sin duda ahora somos vistos con respeto en el mundo. Ya no somos los impresentables que fuimos durante la era k. No obstante, creo que sería un error comparar la actual situación con la era k como punto de referencia para saber si mejoramos o no, porque estaríamos poniendo la vara muy baja. El kirchnerismo nos dejó en el quinto subsuelo y no se necesita gran cosa para superar esa situación para mostrarse algo mejor. En todo caso en el gobierno de De la Rúa tampoco había controles de precios, ni de cambios, ni cepo cambiario y se llegó a una crisis final por no encarar las reformas de fondo y pensar que solo con el cambio de expectativas que generaría la presencia de Domingo Cavallo y reestructurando la deuda pública el transcurso del tiempo iba a solucionar los problemas, algo que, como todos sabemos, no sucedió.
Si, como decía antes, el 22 de octubre, luego de contar los votos, Macri logra incrementar sustancialmente su capital político, el interrogante que queda por delante es cuál de los siguientes tres escenarios económicos se dará: el primero es que se duerman en los laureles y piensen que lo que les sirvió para ganar las elecciones también sirve para manejar la economía de aquí hasta el 2019, es decir, seguir endeudándose para financiar el déficit fiscal apostando a qué, por algún efecto mágico, la economía va a crecer y del exterior nos van a financiar indefinidamente. En ese caso la economía estará en manos de Dios porque por el motivo menos pensado puede cortarse el financiamiento externo.
El segundo escenario pasa por ver si el gobierno está dispuesto a adoptar las medidas mínimas necesarias para domar la pesada herencia k que todavía no fue desarticulada. Salvo los casos del cepo y las cosas más guarangas como los controles de precios, el gasto público siguen siendo un enorme peso para el sector privado, al igual que la carga tributaria, el retraso de las tarifas de los servicios públicos que fueron ajustadas pero todavía tienen que subir más y desarmar ese nefasto negocios de los “programas sociales” por el cual generaciones de jóvenes crecen viendo como sus padres viven sin trabajar. La famosa destrucción de la cultura de trabajo.
La tercera opción es adoptar un plan económico que no solo permita dominar la herencia k sino, además, dar otro paso adelante y adoptar aquellas medidas que nos puede llevar, en un par de décadas, a ser un país desarrollado. No nos olvidemos que Brasil acaba de corrernos el arco y nos exigirá más esfuerzo en las reformas dado que si aquí no se hace una reforma laboral importante, ni las migas de las inversiones que van a Brasil van a caer por estas tierras.
La primera opción luce poco viable. En lo que va de 2017 las reservas del BCRA aumentaron en U$S 11.418 millones y todo ese aumento se explica por las compras de divisas que dicha entidad le hace al tesoro que se endeuda para financiar el déficit fiscal.
La expansión de circulante es del 34,5% anual luego de colocar LEBACs y pases netos para absorber la liquidez que genera la compra de divisas al tesoro. En tanto que el stock de LEBACs y pases netos se multiplicó por 3,4 veces entre diciembre de 2015 y septiembre de este año o, si se prefiere, subió el 240% con el gasto cuasifiscal que ello implica, aclarando que en la era k ese mismo stock se multiplicó por 30 o el endeudamiento del BCRA creció el 2.900%
Gráfico 1
Mi punto es que este ritmo de endeudamiento externo y del BCRA para financiar el déficit fiscal es insostenible en el largo plazo. Por eso, la pregunta es: ¿qué es lo mínimo que tendría que hacer Macri para salir de esta trampa económica que le dejó el kirchnerismo? ¿Es viable el gradualismo que venimos viendo?
Mi punto de vista es que si apuestan a hacer solo lo que es necesario para dominar la herencia k, será un paso adelante. Ahora, ¿en qué consiste lo mínimo para dominar la herencia k? Serían los siguientes puntos:
- Disciplina fiscal: La disciplina fiscal no se limita a bajar el déficit fiscal solamente. Lo que se requiere es una profunda reforma del sector público con reducción del gasto y una reforma impositiva. Es imprescindible que la población tome conciencia de las funciones que quiere que preste el gobierno y esté dispuesta a solventarlas con sus impuestos.
Tener un gasto público del 48% del PBI sin déficit fiscal imposibilita el crecimiento económico porque el estado termina aplastando al sector privado con impuestos. La dimensión del desequilibrio fiscal no se soluciona con retoques en el gasto público, sino que la dimensión del desequilibrio implica tener que replantearse cuál debe ser el rol del estado en Argentina. Eso de que el crecimiento de la economía va a licuar el peso del estado sobre el PBI lo veo poco probable. Es más probable que el estado aplaste al sector privado.
- Reforma impositiva: El principio básico de la política tributaria debe ser que muchos paguen poco y los impuestos sean sencillos de liquidar. En vez de concentrar una enorme carga tributaria sobre un reducido sector de la población, se debe buscar aplicar alícuotas bajas y que todos paguen.
Suele argumentarse que hasta que no se reduzca la evasión impositiva no se pueden bajar los impuestos. Esto es un error. Para reducir la evasión impositiva primero hay que bajar los impuestos de manera tal que el premio por evadir sea tan bajo que el contribuyente tenga menores estímulos para evadir. El camino de reducir la tasa de evasión pasa por reducir las alícuotas de los impuestos. Hay experiencias en el mundo que demuestran que la curva de Laffer funciona.
Tal vez podría pensarse en reemplazar el actual impuesto a las ganancias por un flat tax.
- Disciplina monetaria: para alcanzar este objetivo puede establecerse una total libertad en el uso de las monedas, anulando el curso forzoso de la moneda nacional. Los agentes económicos podrán realizar las transacciones comerciales y todo tipo de operación económica en la moneda que las partes acuerden. El peso debe ser una moneda más que podrá utilizar la gente, pero al no existir el curso forzoso el BCRA estará obligado a preservar el valor de la moneda para que la gente la elija como reserva de valor o medio de intercambio. Sin curso forzoso, con libertad de monedas, la solidez de los mercados de capital y del sistema financiero locales será finalmente alcanzables.
- Reforma laboral: es fundamental para que las 650.000 PYMES y microemprendimientos contraten personal. Con 1 persona por año que contraten estas 650.000 empresas, en 5 años tenemos resuelto el problema de la desocupación. Se podrán absorber los 250.000 jóvenes que se incorporan anualmente al mercado laboral, podrán pasarse empleados del estado al sector privado y no habrá justificativos para que los piqueteros sigan exigiendo ser mantenidos por los contribuyentes.
- Incorporarse al mundo: si Argentina se incorpora al mundo, estará anclando sus instituciones a las instituciones de los países desarrollados y el proceso de captación de inversiones será más acelerado. Vean como el gobierno de Cataluña empieza a arrugar al ver que queda fuera del mundo si se separa de España.
El desastre populista de los últimos 70 años potenciado por el kirchnerismo es tan grande que el mínimo para superar la herencia k es un mínimo muy alto. Seguir comparándose con los 12 años kirchneristas es poner la vara demasiado baja y correr el riesgo de adoptar medidas que no alcancen para salir del pozo en que nos dejaron.
En síntesis, me parece que el 23 de octubre, si se confirma la consolidación de Cambiemos, debería aparecer un plan económico global con el mínimo de medidas señaladas. Caso contrario habrá que rezar para que el financiamiento externo permita financiar este sobredimensionamiento estatal y carga tribuataria que ahogan cualquier posibilidad de entrar en una senda de crecimiento de largo plazo.
ESTA NOTA FUE PUBLICADA ORIGINALMENTE EN https://www.infobae.com/