Del dicho al hecho

EL ANCASTI – Uno de los aspectos en los que más hizo hincapié el presidente Mauricio Macri en su discurso del pasado lunes fue en la gran cantidad de empleados públicos que existen en la Argentina. Por ejemplo, calificó de “estafa” y de “vergüenza” que existan reparticiones en donde funcionarios de todos los gobiernos “logran ubicar a amigos, parientes y militantes de sus agrupaciones”.

Respecto de la cantidad de empleados públicos, es preciso señalar que nuestro país tiene menos empleados públicos, en proporción a la cantidad de habitantes, que varios países desarrollados, como por ejemplo los países nórdicos de Europa (Dinamarca, Noruega y Finlandia), el Reino Unido o Francia. La diferencia, claro está, radica en la calidad del servicio que prestan, inmensamente superior en los países europeos, con trabajadores capacitados y que cumplen funciones efectivamente y no de manera “simbólica”, como sucede a menudo en nuestro país.

La bajísima calidad del sector público en la Argentina respecto de su envergadura justifica el pedido presidencial de lograr un Estado eficaz y eficiente, donde los cargos sean ocupados por trabajadores comprometidos y responsables y no por militantes políticos premiados por sus labores partidarias.
No es la primera vez que la máxima autoridad de la Nación hace referencia al tema. Más bien es una referencia recurrente. En los primeros tramos de su gobierno inició un proceso de recorte de cargos públicos, apuntando principalmente a lo que el entonces ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, denominó despectivamente la “grasa militante”, es decir, trabajadores del Estado presuntamente vinculados al kirchnerismo.

En el primer semestre de 2016 el gobierno nacional se desprendió de 11.000 trabajadores del Estado. Pero la tendencia fue paulatinamente revirtiéndose hasta volverse contraria al sentido originario.

El resultado, según un informe de la Fundación Libertad y Progreso publicado en el pasado mes de abril, es que desde que Macri asumió, en diciembre de 2015, la estructura del Estado nacional se incrementó en un 25%. Debe señalarse, como ejemplo de la contradicción entre lo proclamado y lo efectivamente realizado, entre el dicho y el hecho, la creación de cinco nuevos ministerios y una infinidad de secretarías, subsecretarías, direcciones y coordinaciones. Es decir, estructuras políticas donde fueron designados funcionarios vinculados políticamente con Cambiemos.

Si uno de los principales problemas de la Argentina actualmente, además del vertiginoso crecimiento de la deuda externa en el último año y medio, es el déficit de las cuentas públicas –este año será uno de los más altos de la historia-, resulta razonable que se fijen estrategias para limitar y bajar las erogaciones estatales.

No hace falta señalar la necesidad de que esas estrategias no incluyan despidos masivos de empleados públicos, sino por ejemplo un plan atractivo de retiros voluntarios con salida laboral hacia el sector privado, un freno a la expansión de la planta política y de trabajadores hacia el futuro y una readecuación de las áreas y tareas a los fines de que el Estado brinde un servicio eficaz y de calidad.