Roberto H. Cachanosky
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
ARTÍCULO DE ROBERTO CACHANOSKY EN INFOBAE – El equilibrio de las finanzas públicas es uno de los desafíos que se ha fijado el Gobierno
Desde el primer día de gobierno, Macri apostó al gradualismo para enfrentar la catastrófica herencia k dejada por Cristina Fernández. También desde el primer día de gobierno o antes, hubo un debate entre gradualistas y los que pensamos que hay que aplicar una política de shock, la cual siempre fue presentada como que había que despedir 1 millón de empleados públicos de un día para otro, algo que desconozco que algún colega haya formulado semejante propuesta. Política de shock es formular una serie de medidas económicas relacionadas entre sí que apunten a una reforma del estado, de los planes sociales para que no sean eternos, del sistema tributario, de los subsidios económicos, de la legislación laboral y de la integración económica al mundo. Presentar el conjunto de medidas en al mismo tiempo para generar un shock de confianza que ayudaría a transitar el campo minado dejado por el kirchnerismo y para que la gente conociera de entrada la herencia recibida y por qué había que adoptar determinadas medidas económicas.
Pero finalmente ganó la postura gradualista que no es otra cosa que hacer caer el peso de la transición sobre los sectores que más fueron castigados en la era k. Puesto de otra manera, el gradualismo es hacer recaer el mayor costo sobre el sector privado y casi no tocar al sector público.
Ahora bien, planteado el escenario gradualista, conviene preguntarse si efectivamente ese gradualismo converge hacia el equilibrio fiscal en el largo plazo como plantea el gobierno.
Recordemos que la propuesta presentada por Dujovne consiste en bajar el déficit fiscal en 1 punto del PBI por año, me refiero al déficit fiscal antes del pago de los intereses de la deuda pública. Así, en 2017 el déficit sería de 4,2% del PBI, en 2018 del 3,2% del PBI y en 2019 del 2,2% del PBI. Francamente no comparto este tipo de razonamiento de excluir el pago de intereses de la deuda para calcular el déficit fiscal, porque es como si en una empresa le preguntaran al contador cuál fue el resultado y contestara que sin contar los intereses pagados por girar en descubierto en el banco, hubo ganancias. Luciría bastante absurdo.
Por eso vale la pena formularse el fondo de la política gradualista y ver si está convergiendo hacia la reducción del déficit o si está aumentando el déficit fiscal.
Antes de responder a este interrogante, vale la pena aclarar que la propuesta del gobierno, por lo menos hasta ahora, nunca fue la de bajar el gasto público. El gasto crece en términos nominales. Lo que propuso Dujovne fue aumentar el gasto primario al mismo ritmo que la inflación y que dado un crecimiento del 3% del PBI anual, el peso del gasto público sobre el PBI irá disminuyendo. Tema para el debate, pero lo cierto es que el gasto no baja nominalmente, ni baja términos reales. Es más, en términos reales el gasto está creciendo por encima de la tasa de inflación aun sin tomar los intereses de la deuda. El gasto corriente aumentó el 27% en los primeros 9 meses de 2017 versus igual período de 2016, contra una inflación del 24%.
Pero yendo a la consistencia del modelo gradualista, sabemos que el déficit fiscal es financiado con deuda externa. El tesoro coloca deuda en dólares, le entrega las divisas al BCRA que las coloca en las reservas y emite pesos que le entrega al tesoro para que haga los pagos en pesos de jubilaciones, sueldos, etc. Toda la expansión de la base monetaria se explica por la compra de divisas al tesoro.
Ahora bien, como esa expansión monetaria es muy alta, el BCRA coloca LEBACs en el mercado para absorber una parte de la moneda emitida para que no se dispare la inflación.
Gráfico 1
El gráfico 1 muestra la evolución del stock de LEBACs y pases netos. El grueso de esos datos son LEBACs. El kichnerismo dejó un stock de LEBACs de $ 300.000 millones y en octubre llegamos a $ 1,078 billones (todos los datos del gráfico 1 son promedios mensuales). El gradualismo costó que el BCRA aumentara el stock de deuda en LEBACs en $ 700.000 millones en la era Cambiemos. Ahora bien, el gradualismo implica arreglar gradualmente el lío dejado por el kirchnerismos, de manera que ese stock de casi $ 1,1 billones de LEBACs devengaron en lo que va de 2017 una tasa promedio de 28% anual.
El promedio mensual de stock de LEBACs da unos $ 891.000 millones. A una tasa promedio del 28% anual, tenemos un gasto cuasifiscal de $ 249.000 millones, que representan 2,6 puntos del PBI tomando el PBI estimado por el gobierno en el presupuesto 2017. Este es el costo fiscal del gradualismo, más los intereses de la deuda pública. Dicho de otra manera, mientras Hacienda reduce en un punto porcentual el déficit fiscal sin incluir los intereses, el gasto cuasifiscal por los intereses devengados para financiar el gradualismo aumenta en 2,6 puntos del PBI. El déficit no baja en el gradualismo, crece. A esto habría que agregarle otros 2,4 puntos de intereses de deuda del tesoro que vencen este año de acuerdo a lo informado por el ministerio de Hacienda, el déficit no solo no baja 1 punto del PBI por año, sino que aumenta 5 puntos. El neto es que el déficit fiscal estaría subiendo unos 4 puntos porcentuales si se toman los intereses de la deuda que son un gasto como cualquier otro, tanto los del BCRA como los del tesoro.
Mi impresión es que el gobierno debería rever su política gradualista para verificar si está convergiendo a una reducción del déficit fiscal medido como corresponde o, por el contario, agravando el problema.
De verificarse que el modelo gradualista no converge hacia una reducción del déficit sino que lo agrava, sería bueno replantearse el hiper gradualismo en marcha e ir a una política de shock aprovechando el importante capital político que ha acumulado Macri en las elecciones pasadas. Invertir ese capital en reestructurar el estado, una reducción más audaz de la carga tributaria, una legislación laboral que induzca a las empresas a tomar más empleados y la incorporación económica al mundo son el mejor legado que podrá dejar Cambiemos, además de haber frenado la locura kirchnerista del vamos por todo, cosa que no es menor. Pero justamente, para que no resucite ese monstruo de la tiranía, evitar serios problemas económicos es fundamental para no volver nunca más a la senda de la autoritarismo que intentaba imponer el kirchnerismo.
FUENTE: ESTA NOTA FUE PUBLICADA ORIGINALMENTE EN https://www.infobae.com/