Pulir parte del mensaje liberal

Presidente del Consejo Académico en

Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.

 

EL CRONISTA -Reiteramos que el liberalismo es nada más y nada menos que el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros. Todo lo diferente debe ser tolerado, excepto la lesión de derechos de terceros.

Nos encontramos con que muchos aparatos estatales encargados de proteger derechos, resulta que los conculcan. Pero también es necesario apuntar que nosotros, los liberales, no siempre trasmitimos el mensaje del aludido respeto con la suficiente claridad.Análisis de ideales políticos , liberalismo

Un ejemplo de ello consiste en el tema central de cómo gastos públicos elefantiásicos afectan de modo muy especial a los más pobres. Esto es así debido a que consume capital el consiguiente derroche y las tasas de capitalización son la única causa de la elevación de salarios e ingresos en términos reales.

Se ha dicho que para aliviar el lastre del gasto público es necesario proceder a un doloroso ajuste. Pero esto así está mal planteado. El ajuste -la asfixia- es una realidad cotidiana en la vida de los argentinos desde hace setenta años.

De lo que se trata es de aliviar el ajuste y proceder a rellenar los bolsillos de la gente a través del recorte de lo que pesa gravemente en los presupuestos de todos, pero, como queda dicho, de modo especial en los de los más débiles.

No hay magias en la economía, los recursos que emplean los aparatos estatales los succionan del fruto del trabajo ajeno. Y ya hemos destacado que la forma de operar no es la poda de gastos puesto que, igual que con la  jardinería, la poda estimula el desarrollo. De lo que se trata es de eliminar funciones incompatibles con un sistema republicano. Tampoco se trata de esperar crecimientos que disimulen faenas que no se condicen con una sociedad abierta, ni congelamientos de gastos que también pretenden ocultar bajo la alfombra funciones insolentes para con las autonomías individuales.

No hay acción sin costos, todo lo que hacemos implica dejar de hacer otras cosas ya que no es posible realizar todo al mismo tiempo. En economía esto se denomina costo de oportunidad. En el caso que nos ocupa, el recorte de funciones se traduce en costos pero los beneficios son mayores,  de lo contrario habría que hacer la apología del desorden. No seamos ingenuos, no resulta posible comerse la torta y al mismo tiempo preservarla. Es incoherente detectar la enfermedad pero rechazar los remedios.

Al liberar recursos humanos y materiales éstos se asignan en tareas productivas en lugar del despilfarro. Hay que prestar debida atención a propuestas para reducir el astronómico gasto público, por ejemplo, en el libro publicado a tal fin por la Fundación Libertad y Progreso que constituye un primer paso para las diferentes áreas.

Dejemos fantasías como la parla sobre la ortodoxia y el neoliberalismo. Lo primero le cabe solo a las religiones, de lo que se trata es simplemente de hacer lo que se debe para prosperar. Y la etiqueta de neoliberal es un invento con la que ningún intelectual serio se siente identificado.