Iván Cachanosky
Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
PANAM POST – Uno de los grandes problemas de Argentina, en términos económicos, es que los números no cierran. Hoy en día hay aproximadamente 8 millones de trabajadores en el sector privado que sostienen a 20 millones de personas que reciben un cheque del Estado.
Estas personas están compuestas por el empleo público (alrededor de 4 millones de trabajadores teniendo en cuenta monotributistas que trabajan para el gobierno), personas que reciben planes sociales (8.5 millones) y Jubilados (7 millones). La situación alcanzó un punto límite ya que cada vez son, en proporción, menos personas las que deben sostener a una cantidad mayor de personas.
Lo peor de todo, es que todos se quejan. Los 8 millones por los excesivos impuestos que tienen que pagar y los 20 millones, porque el dinero no les alcanza. Esto es necesario que cambie.
Para que esto suceda, debe haber personas incluidas en los 20 millones que migren al sector privado. En otras palabras, achicar el 20 y agrandar el 8. También, debe tenerse en cuenta que hay 6 millones de personas trabajando en negro, quienes también sería óptimo puedan incorporarse al sector privado registrado. El problema es que, los incentivos no están dados para que esto suceda.
No es casualidad que Argentina se encuentre estancada hace 7 años sin lograr crecimiento de su PBI per cápita. Y más grave aún es que, al realizar un análisis histórico, el estancamiento es de carácter estructural. ¿Cuáles son los obstáculos que impiden que el sector privado atraiga más personas?
En primer lugar, vale la pena aclarar, que el incentivo de que crezca el sector privado es mediante una migración del empleo público, de aquellas personas que reciben planes sociales y por supuestos, de las personas que trabajan en negro.
El hecho de que una persona reciba un plan social debería ser algo transitorio, ya que el objetivo del plan social es asistir a las personas hasta que puedan reincorporarse en el mercado laboral. Sin embargo, sólo se observa que los planes sociales continúan incrementándose después de tantos años.
Esto no es más que una muestra de que Argentina no hizo bien los deberes. Enumerar los obstáculos que pudiera haber al migrar hacia el sector privado es tarea difícil ya que son muchos. Intentaremos mostrar los más relevantes.
Uno de los principales problemas es la elevada presión tributaria que tiene Argentina, que ya alcanza el 34% del PBI. Esta cifra es muy superior si se la compara con países vecinos como Colombia (24.9%), Chile (23.3%) o Perú (18.7%). ¿Por qué es alta la presión tributaria en Argentina? Esencialmente porque su gasto público también es récord, rondando el 46% del PBI.
Nuevamente, muy superior al de los países vecinos mencionados, que en promedio tienen un gasto público consolidado de 25%. Desde luego, es más barato invertir en la región que en Argentina ya que por lo pronto, no cobran tantos impuestos.
Por otro lado, los costos laborales también son muy elevados, según el informe “Paying Taxes” elaborado por el Banco Mundial, Argentina paga en impuestos al trabajo en proporción a las ganancias una tasa de casi 30%, mientras que los países vecinos cobran menores impuestos al trabajo: Colombia (18.6%), Perú (11.2%) y Chile (4%).
Adicionalmente, Argentina posee problemas con la industria de los juicios laborales, los cuales no paran de incrementarse. Para tener una idea de esta tragedia, en el 2003 se iniciaban alrededor de 3.000 juicios al año. Esta cifra, se incrementó a 130.600 juicios laborales para el 2017; es decir, ¡se multiplicó por 43! En pocas palabras, si un inversor analiza poner dinero en Argentina lo primero que observará es que le cobrarán impuestos récords, si de todas maneras decide invertir, probablemente lo hará para recibir un juicio.
Ante este escenario prácticamente un kamikaze invertiría en Argentina. La buena noticia, es que el gobierno de Cambiemos sí está muy preocupado por revertir, por lo menos, los costos de litigiosidad (juicios laborales).
También merecen mención los costos laborales logísticos. Según el informe “Doing Business” del Banco Mundial, Argentina se encuentra muy mal posicionada en el ranking para iniciar un negocio (puesto 117 de 190). Esto también se evidencia en casos concretos. Por ejemplo, el costo de enviar un container de limones desde Tucumán a Zárate (1.169 km), es de u$s 3,600. Sin embargo, si un país de la región quiere enviar el mismo container desde Buenos Aires a Rotterdam (11.384 km), tiene un costo de u$s 2,000. Existen más casos como el mencionado.
Por último, también vuelve menos competitivo a Argentina su baja apertura comercial. Solamente tenemos 5 acuerdos de libre comercio, mientras que Colombia tiene 10, Perú 16 y Chile 21. Siguiendo la regla, Argentina también le queda tarea en este aspecto. Su tasa de apertura comercial es de sólo el 21% del PBI frente a una tasa promedio de la región de 37% del PBI.
Argentina puede y debe comenzar a revertir la situación 8-20, pero para lograrlo es sumamente importante que comiencen a corregirse los problemas estructurales de fondo mencionados (entre otros). Las economías crecen cuando hay inversión, y todos los datos descritos anteriormente ahuyentan la inversión.
De todos los dólares que ingresaron al país desde que asumió Macri, sólo el 5% responde a la Inversión Extranjera Directa (IED). Sólo corrigiendo los problemas estructurales ingresará más IED a Argentina y ese es el camino para dejar de depender de la deuda internacional como mecanismo de financiamiento.