Roberto H. Cachanosky
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
INFOBAE – Desde el inicio de Cambiemos los tipos de interés se mantienen en niveles de dos dígitos alto al año
Si uno observa la evolución de la tasa de interés de regulación monetaria que viene usando el BCRA desde que Cambiemos llegó al gobierno, siempre estuvo en los dos dígitos. La tasa más baja que logró pagar fue el 24,75% a fines de 2016 y principios de 2017 durante unos 4 meses y enseguida tuvo que subirla por encima del 26%.
La pregunta es: ¿para qué quiere el BCRA elevar la tasa de interés a niveles disparatados? ¿Cuál es el objetivo de esa medida? Uno puede entender, no justificar, que el BCRA manipule la tasa de interés para usarla como puente para llegar a determinado objetivo, pero lo que no puede ni entender, y menos justificar, es utilizar la suba de la tasa de interés para contener el tipo de cambio o pretendiendo sustituir la demanda de moneda con más tasa confundiendo demanda de moneda con demanda de activos monetarios. Lo más desacertado es pretender “comprar” confianza subiendo la tasa.
La pregunta que uno se hace cuando ve la tasa de interés de las LELIQ en el 73% anual es: ¿a quién le presta el BCRA los fondos que recibe pagando esa tasa para luego poder devolverlos? ¿Hay alguna actividad productiva que genere esa rentabilidad?
Recordemos que el BCRA toma dinero a esas tasas colocando sus bonos, pero el BCRA no es un banco comercial que genera ingresos por su actividad. El BCRA no tiene una actividad económica rentable que le permita pagar la tasa de interés que paga cuando coloca sus propios bonos.
Por ejemplo, la Reserva Federal de EE.UU. regula la liquidez del mercado utilizando bonos del tesoro de EE.UU. Justamente en su libro La Era de las Turbulencias, Alan Greenspan comienza contando que venía pensando en un vuelo de Zurich a Washington, cómo iba a hacer para regular la liquidez del mercado si el tesoro rescataba la deuda pública con el superávit fiscal que tenía, como estaba previsto en los presupuestos durante parte de los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush. El sueño terminó rápidamente porque mientras pensaba en eso lo llamaron de la cabina del comandante para avisarle que las torres gemelas habían sido atacadas. Pero el dato es que Estados Unidos venía con superávit fiscal y parte del mismo se iba a destinar a cancelar la totalidad de la deuda pública.
A diferencia de la política regulatoria de la Reserva Federal, del Banco Central Europeo o del Banco Central del Japón, el BCRA no tiene bonos del tesoro para regular la liquidez del mercado. Usa bonos que emite el mismo BCRA y no tiene recursos para pagar los intereses devengados, a contrario del tesoro que dispone de la posibilidad de cobrar impuestos para pagar los intereses de la deuda, más allá de si el tesoro tiene que tomar deuda o no. Por eso siempre terminan mal estos experimentos que hace el BCRA con sus endeudamientos como fueron la cuenta de regulación monetaria en 1980, los depósitos indisponibles, los encajes remunerados y las letras telefónicas en 88/89 , las LEBACs y ahora las LELIQ.
Si el BCRA no tiene ingresos propios por su actividad y su función primordial es preservar el valor de la moneda, la única manera que tiene para generar una “ganancia” es haciendo exactamente la inversa de su función que es preservar el valor de la moneda, aunque en la Carta Orgánica del BCRA que viene de la era K figuran varios objetivos al mismo tiempo, como si el BCRA pudiera hacer magia monetaria y pudiese promover el empleo y el desarrollo económico con equidad social. Vaya uno a saber qué significa equidad para el que redactó esa Carta de Orgánica.
Volviendo al tema central, lo que preocupa es que el stock de LELIQ que ya tiene colocado el BCRA en los bancos, llega a los $ 462.343 millones al momento de redactar esta nota de acuerdo al último informe monetario diario del BCRA. Ese stock debería trepar los $ 803.000 millones a fin de año, si es que van a rescatar el remanente de $ 340.000 millones de LEBACs que quedan en el mercado y van a cumplir con aumento cero de base monetaria. A una tasa del 73% anual el costo anual de cambiar las LELIQ por las LEBACs será de 586.000 millones anuales y subiendo si es que pagan los intereses devengados con más LELIQ.
Si la base monetaria crece cero, a fin de año el stock de LELIQ sería equivalente al total de los depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado y al 67% de la base monetaria.
Lo que preocupa es que los bancos compran LELIQ contra depósitos de sus clientes. Si el inversor se presenta en ventanilla a retirar su plazo fijo, el BCRA tendrá que emitir para pagarle las LELIQ a los depositantes y eso generará una llamarada inflacionaria porque llegará un punto en que el inversor no querrá estar en pesos, cualquiera sea la tasa de interés que lo ofrezca.
La solución a este lío en que se metieron con el gradualismo, que fue el que dio lugar al gigantesco stock de LEBACs que ahora se transforma en LELIQ, es acompañar estas medidas, no solo con política monetaria, sino con un plan económico y un cambio de discurso categórico que generen un shock de confianza.
La suba de la tasa de interés no es sustituto de la confianza que genera un discurso pro cultura del trabajo y medidas para ir avanzando en la reforma del estado, la reforma impositiva, laboral, etc.
Aquí hay dos riesgos que tiene que evaluar el gobierno. Uno, jugarse a cambiar el discurso económico dejando de ensalzar la cultura de la dádiva y empezar a transmitir los valores de la cultura del trabajo, la competencia y la libertad de innovar, terminando con un estado saqueador. ¿Puede tener reacciones en la calle? Puede, sobre todo de los que hoy se benefician de la cultura de la dádiva y del empleo público, pero recibiendo el apoyo de un amplio sector de la sociedad que aspira a tener un futuro de progreso.
El otro riesgo es que no se cambie el discurso y se siga apostando a las LELIQ y a la tasa de interés. Si no alcanza para llegar a octubre del año que viene, la situación económica generará tanto o más conflictividad social que cambiando el discurso.
Personalmente creo que las chances de llegar jugueteando con la deuda y la tasa de interés son menores que la de un cambio de discurso y nuevo plan económico.
A mi entender, estas son las dos opciones que debería analizar Macri con vistas al futuro de la Argentina y hasta con vistas a las próximas elecciones.
ESTA NOTA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN http://www.infobae.com