El fantasma de la hiperinflación

Aldo Abram
Director Ejecutivo en Libertad y Progreso

PUBLICABLE – El economista Aldo Abram y los historiadores Charo López Marsano y Gustavo Álvarez compararon la economía de 2018 con la crisis hiperinflacionaria de 1989, cuando gobernaba Raúl Alfonsín.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunció el último 17 de septiembre ante el Poder Legislativo, en el marco de la presentación del presupuesto de 2019, que la inflación del próximo año será del 23 por ciento y el dólar se ubicará en los 42 pesos; aunque la divisa norteamericana llegó a los 40,40 pesos y, según la cartera dirigida por Dujovne, la inflación anual de 2018 se encontrará en el 42 por ciento.

Por otra parte, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, afirmó en un discurso del 29 de agosto que la Argentina debía avanzar hacia un equilibrio en las cuentas públicas porque no puede gastar más de lo que le ingresa ya que, si no, aumentaría la depreciación de la moneda y el país tendría que tomar una deuda mayor a los 30 mil millones de dólares ya pedidos al Fondo Monetario Internacional (FMI).

También había asegurado en 2015, cuando la suba de los precios se hallaba en el 40 por ciento, que si asumía como primer mandatario el porcentaje del aumento de los bienes estaría por debajo de los dos dígitos. Sin embargo, Macri explicó el último 19 de julio, en un video en directo de su cuenta de la red social Instagram, que había “subestimado la herencia inflacionaria del Gobierno anterior“.

No obstante, el economista y director de la consultora Libertad y Progreso, Aldo Abram, señaló que el Estado “se dedica a emitir bonos para comprar dólares y financiar el gasto público, por lo que el peso cuesta cada vez menos. La resolución es que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) empiece a utilizar las reservas con el objetivo de mantener el valor del billete”. 

Además, advirtió que la hiperinflación puede generarse en pocas semanas debido a que la gente quiere desligarse del dinero porque hay una fuerte incertidumbre económica, entonces la divisa se deprecia aun más, como pasó durante el mandato de Raúl Alfonsín en 1989”.


“La hiperinflación puede generarse en pocas semanas”, advierte Aldo Abram


Por otro lado, Abram resaltó que la crisis del final de la década de 1980 “sucedió porque el Gobierno de turno había usado los fondos del BCRA para manejar un exceso de gasto, hasta que el banco quebró y se desató la extrema suba de los costos”.

En aquel momento, la inflación se registró en un 5 mil por ciento en el mes de junio por lo que, según el historiador Gustavo Álvarez, los supermercados “aumentaban el importe de cada producto en el tiempo que se tardaba en caminar desde la góndola hasta la caja”.

Sin embargo, Charo Rosario López Marsano, coautora del libro “Un esbozo histórico: sociedad, economía y política en la Argentina contemporánea”, enfatizó que tras la asunción a la presidencia en 1983, “Alfonsín se encontró con una economía en recesión y el ministro de entonces, Bernardo Grinspun, apuntó a reindustrializar el país y a no pagar el endeudamiento externo, que era de 45 mil millones de dólares; pero el FMI se opuso y presionó a través de la deuda para que se llevara a cabo un programa neoliberal”.

Además, Álvarez detalló en su ensayo “Voces de la democracia” que en 1985, “luego de una reunión entre Grinspun y un enviado de la entidad internacional, el funcionario fue reemplazado por Juan Vital Sourrouille, quien implementó el Plan Austral, que quitó cuatro ceros al peso, instaló el austral como billete y se basó en contener el encarecimiento de los bienes, ubicado en un 688 por ciento en 1984, a través del congelamiento de las tarifas y los salarios”.

Contrario a la idea de Alfonsín, el economista remarcó que en 1986 “la inflación fue de un 82 por ciento y de un 175 por ciento en 1987 a causa de que, como el Estado prohibía el incremento del importe de los servicios, Argentina debía imprimir australes para aportar la diferencia entre lo que el usuario pagaba y el costo real de la electricidad o el agua”.

Tres años después de su designación, Sourrouille impulsó el Plan Primavera cuyo objetivo, según Álvarez, “era apaciguar la crisis mediante una suba tarifaria y de los sueldos para luego frenar ambas elevaciones”. Abram agregó que el proyecto lanzado en 1988 significó un fracaso ya que mantuvo un exceso de gasto en las 400 empresas estatales y el BCRA quebró; por ende, se generó la hiperinflación de 1989.

En su última cadena nacional, el 23 de mayo de 1989, Alfonsín confirmó que ofrecería la anticipación de la entrega del poder al presidente electo una semana antes, Carlos Saúl Menem, pero que el país habría de encarar una economía de guerra hasta la asunción del nuevo presidente, llevada a cabo el 8 de julio de ese año, seis meses antes de la fecha programada originalmente.

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