¿Bajamos las tasas o compramos dólares? – Por Aldo Abram

NOTIAR – El tipo de cambio perforó el piso inferior de la banda cambiaria y gatilló la discusión sobre qué debía hacer el Banco Central (BCRA): ¿Comprar dólares o bajar la tasa de interés de las Leliq?

 

Y el tipo de cambio perforó el piso inferior de la banda cambiaria y gatilló la discusión sobre qué debía hacer el Banco Central (BCRA): ¿Comprar dólares o bajar la tasa de interés de las Leliq? Pero esto último no es una opción consistente con la actual política monetaria.

Para que dicho costo de financiamiento caiga más de lo que permita el aumento del crédito doméstico, el BCRA debería cancelar dicha deuda emitiendo pesos; lo cual implicaría el riesgo de quebrar el techo prefijado de cantidad de moneda. Esto quebraría la promesa que hizo creíble la actual estrategia monetaria y generaría una nueva fuga de capitales, restando crédito e incrementando fuertemente las tasas; así que el tiro saldría por la culata.

Al contrario, la baja del costo de colocar las Leliq desde que se lanzó dicho programa demuestra que es la tranquilidad monetaria y la credibilidad de la estrategia del BCRA la que permite aumentar el crédito local. Por lo tanto y como mucho, ante la baja del tipo de cambio convendría que el BCRA use al máximo posible la capacidad de emisión que le permite el techo fijado, cancelando deuda remunerada. De paso, no sólo aportaría algo más de crédito al mercado, sino que acumularía algo menos de capitalización de intereses.

Es cierto que sería bueno que las tasas bajen más rápido; por eso hay que resolver los otros problemas que hacen que el costo del financiamiento sea alto. La reducción del déficit total del sector público nacional, provincias y municipal que absorbe buena parte del crédito disponible; pero, sobre todo, la incertidumbre sobre si alguna vez se resolverá el exceso de Estado, verdadero problema que da origen a dicho rojo en las cuentas.

Esto permitiría descartar un default en el mediano plazo que es lo que hace poco atractivo ahorrar en la Argentina y, por ende, aumentar el financiamiento local. Lamentablemente, nuestra irresponsable dirigencia política no ha dado señales claras en ese sentido y, mientras sea así, habrá que acostumbrarse a que el crédito sea caro y escaso para el sector privado.

Por lo tanto, lo que tiene que hacer el BCRA cada vez que el tipo de cambio perfore el piso de la banda inferior es comprar divisas, como ha estado haciéndolo. Es ese ingreso de capitales que lleva el dólar al piso el que genera un aumento del financiamiento interno y la baja de su costo.

Además, parece una buena estrategia que el BCRA no haya usado todo el potencial de compra de divisas que tenía, hasta u$s 50 millones por días; ya que eso dejaría más pesos en el mercado que en el futuro podrían sumarse a una potencial corrida y que, lamentablemente, dada la política monetaria comprometida solamente podrían ser retirados cuando toquen el techo, que está casi 30% arriba del piso.

Dado lo anterior, es importante analizar algunos trascendidos en los medios indican que se estaría tratando de renegociar con el FMI la posibilidad de comprar mayores montos de dólares para sostener el piso del tipo de cambio.

Si fuera cierto, es importante que también se negocie la posibilidad de usar todo lo comprado por este motivo para defender el techo de la banda, ofreciéndolo todo, más los u$s 150 millones de ese día, en el momento en que el dólar llegue a ese límite. Esto permitirá tener un mayor poder de fuego para sacar los pesos excedentes, aprovechando que será a más del 29% de lo que fue necesario emitir para comprarlos. En esta suma deberían incluirse los u$s 1.100 millones que “excepcionalmente” le compró al Tesoro a fines de 2018.

Cabe tener en cuenta que, si para mediados de año no son confiables las chances del actual gobierno de ser reelecto, es posible que empecemos a observar una creciente fuga de capitales.

Esto significa que se estará cayendo la demanda de pesos, que es el activo argentino con más riesgo. Por lo tanto, el tipo de cambio tenderá a subir y en pocas semanas habrá llegado al techo, con un porcentaje de alza que podría superar el 25%.

Obviamente, a esa altura habrá gran temor y el compromiso del BCRA es sacar pesos por hasta u$s 150 millones por día; lo que luce claramente insuficiente para quitar todo lo que en ese momento la gente no querrá tener.

Por lo tanto, volverá a caer su valor, a aumentar el tipo de cambio, mermando aún más la preferencia por tener moneda local y depreciándola y, nuevamente, impulsando el valor local del dólar. Esto es claramente un círculo vicioso que históricamente ha llevado a crisis cambiarias.

El gran error es pensar que, con las comentadas ventas de divisas, la política monetaria sea contractiva; lo cual es cierto cuando el problema es de exceso de oferta de pesos y no de debacle de su demanda. Por eso, es importante poder tener una herramienta más contundente para frenar la corrida en el techo; que podría ser la posibilidad de vender con grandes ganancias todos los dólares adquiridos para defender el piso y los adquiridos “excepcionalmente” al Tesoro, que ya comentamos anteriormente.

Por otro lado, una corrida cambiaria puede incentivar la salida de depósitos de los bancos y, en ese momento, los encajes no remunerados tienen que ser altos para facilitar su retiro sin riesgos de una crisis sistémica. Por eso, en un marco de aún alta inestabilidad económica como el actual, sería una irresponsabilidad bajar el porcentaje de recursos inmovilizados para que se incremente la porción de los depósitos que los bancos pueden prestar y, así, disminuir su costo. Es cierto que, además, esto bajaría la demanda del peso y, por ende, su valor; lo cual ayudaría a presionar al alza del tipo de cambio.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las exigencias son un instrumento prudencial que tiene como objetivo garantizar la liquidez del sistema financiero ante una salida de imposiciones. Frente a una potencial corrida será difícil reponer esos puntos de efectivo mínimo que se redujeron antes; ya que los bancos estarán muy complicados tratando de mantener los depósitos y el financiamiento en medio de una fuga de capitales y, ojalá no suceda, una salida de ahorro bancario.

Para cerrar y dado lo incierto del escenario electoral, sería bueno que el BCRA dé señales de que va a ser más contundente a la hora de frenar la corrida cuando llegue al techo de la banda.

También sería prudente que el gobierno continúe con la actual política de mantener un stock de ahorros en moneda extranjera y, además, que trate de llegar al segundo semestre con el mayor monto posible guardado. Es muy probable que la renovación de deuda doméstica de corto plazo sea muy complicada en la medida que entremos en el período electoral.

Por ello, será mejor cuanto: a) menores sean los vencimientos que se acumulen en ese período; b) mayor sea el porcentaje de dichos pagos que sean en pesos; y c) más se coloque ahora que venza en 2020 dejando la posibilidad de usar esos recursos para pagar los vencimientos en moneda local de este año.

De esta forma, el gobierno podría estar vendiendo dólares cuando su demanda esté incrementándose; lo cual ayudará al BCRA a aliviar la presión cambiaria. Es muy importante que nadie subestime el grado que puede tener la incertidumbre electoral.

Fue un optimismo desmedido del gobierno que proyectaba un mundo eternamente líquido, un escenario que casi nadie preveía, lo que nos llevó a la crisis cambiaria de 2018. Si repetimos el mismo error, lo más probable es que terminemos en una nueva debacle económica.

Fuente Ámbito Financiero