¿Los tarifazos generan inflación?

Director en Iván Carrino y Asoc. | Website

Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

LOS MERCADOS – No… pero sí. Hoy te lo cuento.

Escribo estas líneas desde la maravillosa ciudad de Villa La Angostura, el Jardín de la Patagonia, en la zona norte del Lago Nahuel Huapi.

Vinimos con mi mujer para disfrutar de nuestra última semana de vacaciones, desconectados del ruido de Buenos Aires y disfrutando de los maravillosos paisajes, del Lago y de los paseos en bicicleta.

Por esta zona nadie se queja mucho de los precios de los servicios públicos. Ojo, no es que sea barata la luz, el agua y el gas… Pero ocurre que siempre han sido más altos que en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano.

Sin embargo, en el llamado GBA se están produciendo ahora, y en los meses por venir, aumentos programados tanto en transporte, gas, luz y también agua. ¿Hasta cuándo durará este calvario?

Entre enero y marzo, por ejemplo, el tren y el colectivo aumentarán 40%. El subte, por su parte, subirá 50% entre enero y abril.

El gas aumenta en abril un 35%, y la luz comenzará a ajustarse en febrero (26%) y luego también en marzo, mayo y agosto, acumulando una variación total de 55,4%.

¿Por qué suben más que el salario?

Pensando en lo que podrá ser un aumento promedio del salario en 2019, seguramente los analistas coincidiremos en que éste no va a estar muy por encima de la inflación. Así que solo para hacer el ejercicio, digamos que el salario va a subir 27%. ¿Por qué los salarios suben tanto menos que el subte, el colectivo y el gas?

La respuesta no es tan difícil de dar. Es que lo que ocurrió durante la gestión K es que los salarios subían con la inflación, pero las tarifas se mantuvieron virtualmente congeladas. Es decir, al revés de lo que decía Perón, los salarios eran los que iban por el ascensor, mientras otros precios ya ni por la escalera subían.

Según el ex Ministro de Energía, Juan José Aranguren, durante la época del kirchnerismo, los salarios crecieron 1800%, mientras que las tarifas de servicios públicos en el área metropolitana solo lo hicieron 200%. ¿Quién quedó rezagado en ese escenario?

Un dato que podemos aportar desde aquí es lo que pasó entre el salario mínimo y el boleto de colectivo mínimo en la Ciudad de Buenos Aires. Entre diciembre de 2000 y junio de 2003 se compraban 267 boletos con el Salario Mínimo Vital y Móvil.

Sin embargo, en 2012 el Salario Mínimo Vital y Móvil compró 2.427 boletos mínimos. Los salarios subieron en cohetes espaciales, los servicios por una escalera vertical. Tales diferencias, a largo plazo, llegan a su fin o se ajustan considerablemente.

¿Generan inflación?

Otro tema que ocupa las mentes de nuestros analistas es cuánto impactarán los ajustes necesarios de tarifas en la inflación que el gobierno, al mismo tiempo, quiere bajar con las políticas del Banco Central.

Muchos argumentan, casi con sorna, que el gobierno se contradice porque dice querer reducir la inflación, pero “es él mismo el que la genera con los tarifazos”.

Para resolver este dilema lo primero que hay que hacer es diferenciar inflación de modificación de precios relativos.

Es que, por ejemplo, si mañana aumenta 10% el precio de la carne, pero todo lo demás permanece constante, entonces nadie va a hablar de inflación. La carne ahora está más cara en pesos, pero también está más cara expresada en bananas, kilos de helado o clases de guitarra. Todos tenemos que entregar más de lo que poseemos para obtener la misma cantidad de carne.

Lo que ocurrió, entonces, fue que se modificó el precio (relativo a todos los demás bienes) de la carne.

La inflación es otra cosa. Es cuando se cae el poder de compra del dinero, lo que se refleja en un incremento de “todos los precios” de la economía. Este fenómeno suele ser un proceso sostenido en el tiempo.

En este sentido, y como escribía la semana pasada, la inflación solo tiene que ver con la oferta y demanda de dinero. Si hay mucha oferta de dinero, caerá el precio del dinero, y todo lo que se compra con ese dinero será más caro.

Cerremos esta sección con un ejemplo bien concreto y sencillo.

Supongamos que en una economía solo hay dos bienes: el gas residencial y las bananas.

En dicha economía, de trueque, la única manera de que aumente el “precio” del gas residencial es que suba la demanda de gas y caiga la de bananas. En dicho caso, solo puede subir el precio del gas si cae el de las bananas.

Esto es puramente lógico, porque el precio del gas es la relación kilo de banana / metro cúbico de gas. Y esa relación solo puede subir si cae, al mismo tiempo, la relación metro cúbico de gas / kilo de banana.

O sea, a menos que aumente la cantidad de un tercer bien de la economía (el dinero), no pueden aumentar ambos precios a la vez. O sea que las tarifas (un precio de la economía), no generan inflación.

Si esto es así, ¿cómo es posible que hasta el propio Banco Central no opine lo mismo?

El cálculo del BCRA

En su último Informe de Política Monetaria, el Banco Central divulgó su propia estimación de cuánto impactarán, en la inflación, los aumentos de los precios regulados.

Allí explicaron:

El anuncio de alzas de tarifas de servicios públicos, concentradas en la primera parte de 2019, pondría cierto piso a las subas del nivel general de precios de los próximos meses. Los recientes anuncios sobre actualizaciones de las tarifas de gas, electricidad, agua y transporte público aportarían aproximadamente 4 p.p. al IPC GBA en ese lapso.

Informe de Política Monetaria, enero 2019. BCRA.

¿Contradice esto nuestro punto de vista? La respuesta es no.

Es que, en una economía con muchos bienes y servicios (USD 500.000 millones es nuestro PBI) y 40 millones de personas, los ajustes de precios relativos (bananas vs. gas, en el ejemplo anterior), no pueden darse de forma automática.

Hay todo un proceso mediante el cual la suba del precio de un bien le resta demanda a otro bien y se va dando ese ajuste. A corto plazo, sin embargo, lo que sube en un lugar puede no caer en otro de manera inmediata como en el sencillo ejemplo del apartado anterior.

Sin embargo, es cierto que si no aumenta la cantidad de dinero eventualmente sí ocurrirá que los precios se ajustarán a la nueva realidad. Es decir que a largo plazo la suba de tarifas no generará inflación, aunque a corto plazo sí puede afectar las herramientas con las que medimos la inflación.

Como el IPC (índice de precios al consumidor) es un promedio de precios y se mide mes a mes, a corto plazo la suba de tarifas ocurre sin ninguna compensación en otros bienes y servicios de la economía. Eso sube el promedio de precios que se mide.

Para resumir: a largo plazo la suba de tarifas no genera inflación, pero a corto plazo sí tiene un efecto en los indicadores que usamos para medir la inflación.

Ahora bien, podríamos preguntarnos por qué hubo que ajustar tarifas en primer lugar, ¿no? Eso será tema para alguna nota futura.