Las reformas estructurales aseguran la movilidad social

Abogado. Asesor laboral de empresas y cámaras empresarias. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

CRONISTA – Impedir obstaculizar y oponerse a la reforma laboral tiene su costo, y en nuestro país, se traduce en pobreza, indigencia y marginación.

Nuestro país no es competitivo porque fue creando un modelo que irónicamente, tiene alto costo, es ineficiente y se vuelve en contra de los que deberían ser sus beneficiarios. Los sindicatos defendiendo los supuestos intereses de los trabajadores y el poder del que se valen para representarlo, el empresariado prebendario que consolidó sus negocios a costa de lo que fuera necesario para lograr la ganancia impía, la dirigencia política que olvidó sus deberes para quienes los votaron defraudándolos, serán los responsables de la decadencia que es difícil revertir.

La historia juzgará a quienes postergaron el futuro desarrollo de nuestro país impidiendo u obstaculizando la reforma laboral y otras reformas estructurales imprescindibles para que podamos ser competitivos a nivel local, regional o global.

Hoy es un hecho comprobable que nuestro modelo de relaciones laborales originado en nuestro retrógrado derecho laboral, está desplazando y expulsando trabajadores en relación de dependencia hacia otros modelos de contratación, como son el caso de los emprendedores autónomos, los tecno-trabajadores, los empleados públicos típicos y los monotributistas y contratados por el estado, los trabajadores a distancia, el trabajo clandestino y las nuevas formas y modalidades de canalizar el trabajo humano.

Dado que siempre hay que diferenciar el dato del relato, veamos las evidencias. No podemos salir de 6.000.000 de trabajadores en relación de dependencia de la actividad privada registrados, número que se ha mantenido por más de siete años. No se crearon los puestos de trabajo que importa el crecimiento vegetativo de la población, que en estos siete años supera 1.000.000 de personas que se incorporan al mercado. A su vez crecen el empleo no registrado, el trabajo irregular, el trabajo en gris, el trabajo autónomo, y las nuevas formas de contratación como las que surgen de UBER, RAPPI, GLOVO, PEDIDOS YA, CABIFY, y similares. El sistema expulsa a los trabajadores tradicionales en relación de dependencia, y se inclina hacia alternativas anómalas, por la carencia de un marco normativo de avanzada, que hemos postergado por los últimos veinte años.

Este proceso, que implica un desplazamiento de ciertos grupos sociales que tradicionalmente se refugiaban en un trabajo estable hacia otras alternativas, conformando así un proceso que se denomina de movilidad estructural o forzada.

Las causas de esta migración son de la más variada factura, pero se encuentran en primer término el avance de las nuevas tecnologías, y las condiciones generales (legislación rígida, altos costos directos, carga impositiva) y particulares (recesión, inflación, falta de crédito e inversiones) del mercado laboral. Casualmente, los eventos que hoy definen nuestra crisis y ahondan nuestra decadencia acelerando el proceso de destrucción de fuentes de trabajo y de empleos, por lo menos en la forma que lo hemos visto en la historia reciente.

Los estudios entre sociedades de países de alto nivel de desarrollo han determinado que existe una clara correlación entre la desigualdad y la baja movilidad social. De ocho países estudiados: Canadá, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega, Alemania, el Reino Unido y los EE. UU., los EE. UU. tenían la mayor desigualdad económica y la movilidad económica más baja, en especial en los niveles más vulnerables, y el modelo económico adoptado mejoró el escenario y permitió subir varios peldaños al subir en la escala, donde también mejora la movilidad. ​

Los estudios también han encontrado “una clara relación negativa” entre la desigualdad de ingresos y la movilidad intergeneracional. Los países con bajos niveles de desigualdad, como Dinamarca, Noruega y Finlandia tenían una de las mayores movilidades, mientras que los dos países con un alto nivel de desigualdad, Chile y Brasil, tenían una de las más bajas. En ambos países no existe la clase media, y la clase media baja en ciernes es muy vulnerable.

Reconocer las disparidades entre el origen y sus oportunidades educativas pone de relieve cómo los patrones de movilidad educativa influyen en la capacidad de las personas para experimentar la movilidad social. Los estudios revelan que hay un efecto directo de los orígenes sociales que no puede explicarse por el logro educativo. ​

A la vez otra evidencia sugiere que, utilizando una medida suficientemente detallada del logro educativo, teniendo en cuenta factores como el estatus universitario y el campo de estudio, la educación completa el vínculo y la movilidad entre los orígenes sociales y el acceso a empleos de primera clase.

Otro factor esencial es el rol de la capacidad mental a nivel individual en la búsqueda de logros laborales ya que los puestos profesionales requieren credenciales educativas específicas cada vez más exigentes, que misteriosamente se alcanzan con el esfuerzo individual bajo ciertas condiciones.

Aún más, la capacidad mental puede contribuir a la consolidación de la clase social en forma independiente en función del logro educativo real, como ocurre en los países que cuentan con una clase media consolidada como se da en algunos países de Latinoamérica, y se verifica también en sujetos inteligentes sin conocimientos técnicos terciarios o universitarios, en los individuos con mayor capacidad mental logran hacer uso de dicha capacidad para trabajar y ascender en la escala social.

Este estudio dejó en claro que la transmisión intergeneracional del logro educativo es una de las formas clave en que se mantenía o permitía ascender en la clase social dentro de una familia, si consideramos dos o tres generaciones como mínimo.

Finalmente, los resultados sugieren que la movilidad social (moviéndose hacia arriba y hacia abajo) ha aumentado en los últimos años en Gran Bretaña y otros países centrales del Mercado Común Europeo. Según estudios irrefutables se necesita una movilidad general de alrededor del 22% para mantener la distribución de la inteligencia relativamente constante de una generación a otra dentro de cada categoría ocupacional o entre categorías ascendentes.

En nuestro país, la crisis y decadencia se pueden sintetizar con la vocación que han tenido los gobiernos de los últimos veinte años al postergar las reformas estructurales como la laboral y la impositiva y que ahora puede generar fuga de cerebros, estancamiento y regresión de la movilidad social, y decadencia sistémica social, laboral y económica.

Publicado en El Cronista por Julián A. de Diego