El holgado triunfo del kirchnerismo sorprendió por su amplitud. Aunque se trató de elecciones primarias sin poder electivo, parecen haber sido definitorias para la finalización del mandato del presidente Mauricio Macri y la llegada del binomio Fernández-Fernandez. Las chances electorales de la coalición oficial estaban apuntaladas por la recordación de la mala gestión de Cristina Kirchner y su probada corrupción. También se esperaba un repudio a Alberto Fernández y Sergio Massa, que hasta hace muy poco eran fuertemente criticos Sin embargo, primó el rechazo al actual gobierno alimentado por la difícil situación económica y también por el antagonismo ideológico de franjas intelectuales de clase media.
Mauricio Macri no pudo corregir los errores y las consecuencias del populismo que lo antecedió. Su gestión se inició con logros importantes, como fueron la salida del default y la eliminación del cepo cambiario, pero en materia fiscal eligió un gradualismo y poco hizo antes de que el mundo le djera a nuestro gobierno que se agotaba la posibilidad de seguir financiándolo. El default se evitó con el apoyo del Fondo Monetario Internacional. Ya había ocurrido una corrida cambiaria que se combatió con elevadas tasas de interés, las que a su veze provocaron una situación recesiva. Eso explica el voto kirchnerista en las PASO.
El desprestigio del kirchnerismo produjo la inmediata caída de títulos y acciones argentinas y el aumento del riesgo-país. El peso se devaluó un 30% por la caída de la confianza y la huida hacia las divisas.
Dado que los mercados asumen la derrota electoral de Macri como irreversible, cualquier medida del actual gobierno no tendrá credibilidad. Para ser creíble debería enfrentarse con un programa de emergencia cuya elaboración debiera ser conjunta entre Mauricio Macri y Alberto Fernández. Sea que el gobierno aspire o no a lograr finalmente un triunfo electoral en octubre o noviembre, los mercados difícilmente le crean si lo dispuesto se agota después del 10 de diciembre.
Sin embargo, queda por ver si el binomio Fernández-Fernández tiene la voluntad de concertar sobre las medidas que deberían ser necesariamente ortodoxas. Además de contradecir su discurso, seguramente no querrán arriesgar su apoyo electoral cuando aún está pendiente la verdadera elección. No obstante, ante una situación tan crítica, ambas partes debieran privilegiar al país y sus ciudadanos frente a cualquier otro propósito.