Elecciones y fraude Bolivia 2019

Por LIBERA Bolivia

Evo Morales se sacó la máscara revelando que no está dispuesto a dejar el poder

Desde 2006 Evo Morales y su gobierno han vendido la imagen de ser el primer presidente indígena y de ser un líder internacional sensato que ha sabido manejar bien a Bolivia. La extraordinaria situación internacional le permitió dar esa imagen, pero verdaderamente se trata de un gobierno autoritario que no está dispuesto al juego democrático de rotación política. Este miércoles 23, Morales anunció públicamente que sus seguidores ‘defenderán su supuesta victoria en las elecciones y lo que él llama democracia, mostrando nuevamente que es un ejemplo clásico de de líder autoritario dispuesto a utilizar grupos de choque y/o la fuerza estatal, tal como lo hicieron otros gobiernos del llamado Socialismo del Siglo XXI.

Incluso organismos internacionales que apoyaron al gobierno desde 2006 condenaron públicamente el fraude electoral.

Organismos como la OEA, la Unión Europea y/o las agencias de cooperación europeas han reconocido que el manejo de los datos de las elecciones pasadas ha sido irregular y, en su típico discurso políticamente correcto, han condenado tales irregularidades, aquello que los bolivianos llamamos más directamente como fraude electoral.

Carlos Mesa, el ganador de las elecciones, no está a la altura de la situación

La victoria de Carlos Mesa ha sido sobretodo un rotundo ​No a la reelección por cuarta vez consecutiva de Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera. La misma campaña del señor Mesa ha sido en las últimas semanas la apuesta por la polarización entre cambio y continuidad. De ahí que aunque haya ganado las elecciones, como apuntaban los datos preliminares, nos parece importante hacer notar que no está preparado para la tarea histórica que le ha tocado. Muchísimos bolivianos han votado por Mesa como la opción menos mala y son conscientes de ello.

Las manifestaciones son reacciones legítimas y espontáneas de la población pero carecen de norte político

Las protestas de distinto tipo e intensidad en las principales ciudades bolivianas son reacciones legítimas y espontáneas del elevado nivel de molestia social y política. La falta de liderazgos alternativos nos hace pronosticar que no tendrán efectos políticos duraderos. El gobierno ha usado varias veces en estos años la política del desgaste y una posterior persecución política y fiscal a los organizadores o líderes.