La agenda económica más urgente: qué temas resolver en primer lugar

LA NACIÓN Por: Carlos Manzoni

El paciente acudió a la sesión con su psicólogo, le contó con lujo de detalles su caso y le hizo una lista de las cosas importantes que, según él, debía cambiar en su vida para estar mejor. El profesional lo miró fijo a los ojos y le dijo: “Estoy de acuerdo, esas son las cosas importantes, pero a usted, amigo, se le está quemando el rancho y lo más urgente que tiene que hacer ahora es apagar el fuego. Así que empiece por ahí”. Algo parecido se le podría decir al “paciente” llamado “economía argentina”. Por eso, la nacion consultó a cinco economistas para que identificaran cuáles son para ellos los problemas más urgentes que se deben resolver en el país.perspectiva económica 2020

Renegociar la deuda, controlar la inflación, reducir el déficit fiscal, atender a los sectores postergados y aplicar un plan de estabilización son algunas de las urgencias señaladas por Fausto Spotorno, director de Orlando J. Ferreres y Asociados; Marina Dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go; Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso; María Castiglioni Cotter, directora de C&T Asesores Económicos, y Agustín D’Attellis, director de AD Consultores.

Spotorno aclara, antes de dar su opinión, que el orden de su ranking se invertiría si en lugar de hablar de “urgencias” se hablara de “lo importante”. Hecha esa salvedad, el economista dice que lo primero que se debe hacer es atacar el déficit fiscal, porque eso es lo que hace al país financieramente vulnerable. “Cuando hablo de déficit fiscal, hablo del total, no del primario. Eso es lo más urgente, para evitar los vaivenes financieros que tuvimos el año pasado”, agrega.

Lo segundo, para Spotorno, es resolver el problema de la inflación, y en este punto subraya que se refiere a la debilidad de la moneda argentina. “Hay que generar confianza en el programa monetario, que debe ser sustentable, sensato y prudente. Creo que algo de esto se está haciendo desde el Banco Central”, destaca.

En tercer lugar, este economista pondría terminar con el estancamiento económico. “Porque tenemos una economía estancada completamente, con salarios que caen desde hace dos años, y va a ser difícil hacer cualquier cosa (reestructurar la deuda o lo que fuera) con la economía sin crecimiento y con un PBI per cápita en caída”, explica.

Asimismo, Spotorno acota: “La reestructuración de la deuda no la pongo en este ranking, porque sería un anexo del déficit fiscal. Sería algo que estabilizaría financieramente”.

Ahora bien, en orden de importancia y como se dijo anteriormente, este ranking de Spotorno se da vuelta, porque lo más importante es volver a recuperar el crecimiento estructural. “Y en ese caso hay que hacer reformas estructurales: laboral, del Estado y previsional, además de desregular la economía y bajar impuestos a mansalva. Sin eso, no veo capacidad de crecimiento estructural, más allá de un rebote si se estimula el consumo. En segundo lugar pongo resolver el problema de la inflación, y en tercer lugar, el tema fiscal”, detalla.

Para Castiglioni Cotter, la economía argentina tiene varios temas urgentes para resolver, los cuales, a su vez, tienen interrelaciones entre sí. “La renegociación de la deuda, especialmente con acreedores privados, la política fiscal y la política monetaria: estos tres temas serán claves para la toma de decisiones, y por ende, para la performance de la actividad y la inflación”, opina la economista.

En lo que hace específicamente a la cuestión de la deuda, Castiglioni Cotter afirma que la renegociación es clave para que la Argentina pueda salir del default selectivo y evite caer nuevamente en una situación de cesación de pagos como en el pasado. “Si bien es difícil que se logre volver en el corto plazo a los mercados para colocar nueva deuda, esto despejaría el panorama de necesidades financieras y, sobre todo, será clave para las provincias y las empresas, que requieren financiamiento”, indica.

Sin embargo, como estas urgencias tienen interrelaciones, una renegociación requerirá por parte de los bonistas definiciones más concretas sobre la política fiscal del Gobierno, es decir, qué capacidad y plan de repago tendrá el gobierno nacional. Así que, más allá del ajuste fiscal a través de más impuestos y del ajuste en jubilaciones y obras públicas (políticas que se definieron a fines de 2019), hay que tener en cuenta que muchas de las medidas tomadas tienen un costo fiscal y no está claro cómo seguirán en los próximos meses.

Por eso, dice Castiglioni Cotter, tampoco hay certidumbre sobre el resultado primario -pieza clave para la “sostenibilidad de la deuda”-, ni sobre la magnitud y el alcance de las subas de suma fija para los jubilados y empleados públicos, ni sobre el impacto del alza de los subsidios por el congelamiento de tarifas en los sectores de energía y transporte. “Aún no está claro cuánto durará el congelamiento ni cómo será al ajuste a futuro y, por ende, cómo se repartirán los costos de la desdolarización de tarifas. Por su parte, la carga tributaria del gobierno nacional y de los gobiernos provinciales y municipales, que volvió a aumentar, debe ser definida de cara al futuro, ya que es otro elemento decisivo para la toma de decisiones de inversión”, subraya.

La política monetaria es otro elemento clave, que no puede aislarse de la situación financiera y fiscal del Gobierno. Según la economista de la consultora C&T Asesores, las definiciones recientes permiten esperar una continuidad del cepo, una política de reducción de tasas de interés y la vuelta del financiamiento mediante emisión y uso de reservas del Tesoro. “Esto, en conjunto, no permite cambiar las expectativas de inflación, sino lo contrario. Si bien en el corto plazo, dado el punto de partida, no genera un efecto inmediato sobre la inflación, es clave que la autoridad monetaria marque un esquema de mayor prudencia, algo que parece difícil de hacer sin despejar la situación de la deuda y la política fiscal”, explica.

Por su parte, el podio de urgencias de D’Attellis está compuesto así: 1)atención a los sectores más postergados, 2) fortalecimiento del mercado interno y 3) reestructuración de la deuda. Para cada uno de los puntos, el economista dio su explicación.

En lo referido a la atención a los sectores más postergados, D’Attellis considera que el gobierno de Mauricio Macri dejó como herencia una situación muy comprometida. “Es por esto que se implementaron de manera urgente programas como la tarjeta alimentaria y se otorgaron bonos de suma fija para beneficiarios de la AUH y jubilados de haberes mínimos. Como prioridad, debió atenderse esta vergonzosa situación de vastos sectores en situación de hambre, en un país productor de alimentos”, dice.

En cuanto al fortalecimiento del mercado interno, el economista opina que la política de ajuste del anterior gobierno llevó a una situación de recesión muy profunda, a partir del deterioro del poder adquisitivo de los ingresos. “Esto condujo a una utilización de la capacidad instalada en la industria en niveles mínimos, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo. Es necesario revertir muy rápidamente ese círculo vicioso y encaminarlo hacia un círculo virtuoso, de incremento de la demanda, más producción y mayor generación de empleo”, destaca.

D’Attellis opina que es muy importante haber recuperado al Estado como redistribuidor del ingreso, transfiriendo recursos, a través del financiamiento mediante modificaciones tributarias de carácter progresivo, hacia sectores de ingresos bajos, que destinan la totalidad de su ingreso al consumo interno. “Para lograr el éxito de esta estrategia, es importante coordinar expectativas del sector privado, para que el crecimiento de la demanda resulte correspondido con mayor oferta y más empleo”, dice.

En este sentido, el director de AD Consultores sugiere que es importante no solo el rol del Ministerio de Desarrollo Productivo y las políticas de estímulo a la actividad, sino también el del Banco Central, con la reducción de las tasas de interés y una regulación para redireccionar el crédito. “Parte de esta estrategia debe incluir también un conjunto de políticas de estímulo a sectores exportadores de mayor valor agregado, de modo que, en el marco de un proceso de inserción internacional estratégico, se vaya modificando la matriz exportadora y se impulse la creación de empleos, no solo a partir del estímulo por demanda interna, sino también por un aumento de la demanda externa, generada desde la política económica nacional”, agrega.

A la hora de hablar sobre la deuda, D’Attellis dice que la irresponsable gestión en materia financiera del gobierno anterior condujo a la situación actual. Así, agrega, la Argentina debe eludir un nuevo default, dadas las consecuencias negativas sobre la economía. Considera que los tiempos apremian y que, entonces, debe llevarse adelante una reestructuración en forma rápida. El 31 de marzo sería la fecha a partir de la cual no se contaría con más fondos para poder hacer frente a los vencimientos; por eso, el canje voluntario de deuda debería alcanzarse antes. Hay que reordenar los vencimientos, para hacerlos sostenibles en el tiempo, en el marco de un modelo económico que logre volver a generar crecimiento y desarrollo a largo plazo”, subraya.

La opinión de Aldo Abram difiere de la de algunos de sus colegas. Para él, hay un error de diagnóstico en el Gobierno al pensar que el principal problema es la deuda. Sin resolver los temas de fondo que llevaron a esta situación, es decir, sin hacer las reformas estructurales pendientes, analiza este economista, no hay crecimiento sostenido posible y el país volverá a defaultear los nuevos bonos que se emitan para la reestructuración.

¿Cuáles son esas soluciones de fondo, según Abram? La primera es la reforma del Estado. “Por décadas, hemos dejado que los políticos construyan un Estado que le sirve a la política y se sirve de los argentinos; lo peor es que no lo podemos pagar. Y eso que tenemos una presión tributaria atroz: una persona que trabaja en blanco pero que no alcanza a pagar el impuesto a las ganancias trabaja casi la mitad del mes para el Estado. Aun así, no alcanza para sostener el gasto; por eso hubo que endeudarse hasta caer en default, o financiarse con el Banco Central hasta quebrarlo y vivir una crisis monetaria”, lamenta.

El proyecto de Libertad y Progreso contempla hacer la reforma del Estado en un par de años y haciendo que nadie se quede sin ingresos. Para eso, hay que usar la Ley de Empleo Público. Esa normativa permite, ante una modificación del organigrama del Estado que suprima cargos que no son útiles a la sociedad o que implican poner un sello que le complica la vida a la gente, poner en “disponibilidad” a quienes se queden sin un puesto. O sea, pagarles un sueldo por quedarse en su casa, mientras se los capacita y se ofrecen subsidios a los empresarios que los contraten.

Lo segundo, para Abram, es modernizar la legislación laboral: si se toma cualquiera de los últimos 20 años, más de 40% (e, incluso, más de 50%) de los argentinos estaba desocupado, o en la informalidad, o tenía un seguro de desempleo disfrazado de cargo o subsidio estatal. “Y eso que en el período gobernaron todo tipo de políticos como Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Mauricio Macri. O sea, lo común en todo ese tiempo fue la normativa laboral que desincentiva la generación de empleo productivo”, puntualiza.

Según sugiere, hay que ir a un esquema en el que una negociación laboral de menor nivel prime sobre una más abarcadora. “Nadie mejor que los empleados y el empresario para poder saber cómo hacer más próspera a la empresa y para que pueda pagar mejores salarios y dar más ganancias. Además, hay que pasar a un seguro de desempleo, aunque respetando los derechos adquiridos hasta entonces por la indemnización por despido. Cuanto más difícil es despedir a alguien, menos incentivos hay para contratarlo”, opina Abram.

Por último, el economista de Libertad y Progreso pone la mira en el exceso de normativas, y especifica que hay más de 69.000 regulaciones que asfixian a emprendedores y pymes. “En su mayoría, las regulaciones son absurdas e innecesarias y solo buscan generar puestos para la política o dar rienda suelta al vicio controlador de nuestros burócratas. Hay que gestar una norma que tenga las regulaciones que sean necesarias, razonables y cumplibles, derogando todas las demás”, comenta.

Marina Dal Poggetto reduce las grandes urgencias de la economía argentina a dos temas: “Los dos problemas principales son la falta de una moneda que canalice el ahorro y la inversión (como no hay moneda, los argentinos ahorramos afuera), y la falta de crecimiento de las exportaciones. Después, cada uno explica por qué están trabadas las exportaciones, pero esa es otra cuestión”.

Claro que, tal como afirma Dal Poggetto, no se van a resolver esos dos problemas de forma mágica, porque hay una montaña de cosas atrás que traba la solución. “Hay problemas de corto plazo que requieren un plan de estabilización. Ese plan incluye cinco cosas: consistencia fiscal y monetaria; acuerdo rápido sobre la deuda; acuerdo de precios y salarios para frenar la inercia inflacionaria; un esquema cambiario, y un acuerdo con el Fondo que enmarque todo”, enumera.

Según enfatiza Dal Poggetto, hay cuatro precios que surgen de este gran plan de estabilización que debería tener en cuenta la política: el dólar, las jubilaciones, la tasa de interés y las tarifas de servicios públicos.

Los problemas que deben resolverse con mayor urgencia en la economía local parecen estar sobre la mesa. Claro que, como suele suceder con la consulta psicológica mencionada al inicio de la nota, el profesional puede ayudar a pensar, ofrecer un diagnóstico y hasta alcanzar algunas herramientas, pero el que debe hacer el trabajo consigo mismo es el paciente, en este caso, el Gobierno.