La incertidumbre del mundo ante la espada de Damocles del socialismo

LA PRENSA – VISIÓN LIBERAL Por Armando Ribas

La aparición del coronavirus ha dejado la incógnita pendiente del virus del socialismo. Como dijera Ayn Rand: “La diferencia entre el comunismo y el socialismo es la del asesinato y el suicidio”. Ese pensamiento lo percibió Aristóteles hace 2500 años cuando previó que la democracia era la destrucción de la república y advirtió: “Tengan cuidado que los pobres siempre van a ser más que los ricos”.

Es evidente que esa es la situación del mundo occidental. Por ello voy a repetir una prescripción de William Bernstein que en The Birth of Plenty explicó que hasta hace 200 años el mundo vivía como vivía Jesucristo. Y diría que los soberanos también vivían como Jesucristo, pues las enfermedades mataban al hombre sin diferencias.

Y todo parece indicar que consecuentemente a la aparición del coronavirus se vive como se vivía cuando no existía la penicilina.

Hoy el mundo vive un proceso que por su parte ignora su razón de ser, y hoy ha vuelto al pasado en que la naturaleza se encargaba de matar al hombre. Y todo parece indicar que consecuentemente a la aparición del coronavirus se vive como se vivía cuando no existía la penicilina.

Pero es mi juicio, la aparición del coronavirus esconde la peligrosidad del virus del socialismo. Es decir la tendencia a la búsqueda de la igualdad y se ignora la advertencia de Karl Popper que escribió: “Luché por la igualdad hasta que me percaté que en la lucha por la igualdad se perdía la libertad y después no había igualdad entre los no libres”.

EL TEMA FUNDAMENTAL

Perdón pero voy a insistir en un tema que considero de fundamental importancia y que es ignorar que si no hubiese sido por Estados Unidos seríamos nazis y comunistas. Voy a citar de nuevo a Ayn Rand quien escribió: “La filosofía política angloamericana y la francogermánica son tan diferentes como el día y la noche”. Y por tanto se ignora el sistema que cambió la historia del mundo, que partiendo de las ideas de John Locke, permitió a los Founding Fathers en Estados Unidos crear lo que denominaron The Rule of Law.

La definición de ese sistema la podemos encontrar en la Carta 51 Del Federalist Papers escrita por James Madison: “¿Pero que es el gobierno mismo sino la mayor de las reflexiones sobre la naturaleza humana? Si los hombres fueran ángeles no sería necesario el gobierno. Si los ángeles fueran a gobernar a los hombres, no serían necesarios controles externos ni internos al gobierno. Al organizar un gobierno que va ser administrado por hombres sobre hombres la gran dificultad yace en esto. Ud. debe primero capacitar al gobierno para controlar a los gobernados y en segundo lugar obligarlo a controlarse a si mismo. Una dependencia en el pueblo es sin duda el control primario sobre el gobierno, pero la experiencia ha ensenado a la humanidad la necesidad de auxiliares precauciones”.

Sigue entonces la búsqueda de las auxiliares precauciones para lograr limitar el poder político. Ese fue el sistema denominado The Judicial Review. Así fue el caso de Marbury vs. Madison en el cual el Juez Marshall tomó las siguientes decisiones: “Todos aquellos que han armado Constituciones escritas las contemplan como formándola ley fundamental y suprema de la nación, y consecuentemente la teoría de todos esos gobiernos debe ser que toda ley de la legislatura repugnante a la Constitución es nula… es enfáticamente, el ámbito y el deber del departamento judicial decir que es la ley”. 

Ese sistema cambió la historia del mundo y en virtud de ello en cien anos los Estados Unidos pasaron a ser la primera economía mundial. Quiero aclarar que el sistema no es democrático y siguiendo con Madison escribió: “Hombres de temperamento faccioso, de prejuicios locales, o de designios siniestros, pueden por intriga, por corrupción o por otros medios, primero obtener los sufragios, y después traicionar los intereses del pueblo”. Para terminar la descripción del sistema voy a citar a Alexander Hamilton que escribió: “Una peligrosa ambición más a menudo subyace detrás de la especiosa máscara del celo por los derechos del pueblo”.

Pero siguiendo con la Historia llegó la Revolución Francesa considerada como el inicio de la libertad cuando fue el inició del totalitarismo que es la racionalización del despotismo. Por ello en Francia reinaba la Diosa Razón a mi juicio en nombre de Rousseau. Por ello al respecto Peter Drucker escribió: “Tan difundida y tan falaz como la creencia de que la Ilustración engendró la libertad en el siglo XIX, es la creencia de que la Revolución Americana se basó en los mismos principios que la Revolución Francesa y que fue su precursora”.

LA PRUEBA DEL PRINCIPIO

La prueba manifiesta de la validez a de ese principio fue la Segunda Guerra que representó a mi juicio el reconocimiento bélico del antagonismo filosófico político expuesto por Ayn Rand. El término de la guerra fue otro hecho insólito de la historia. Los países que perdieron la guerra ganaron la libertad y se les revivió sus economías Plan Marshall mediante.

Pero en Europa continuó vigente el que he llamado el virus del socialismo que impera en la Unión Europea, socialdemocracia mediante y por ello hace más de diez anos que no crece. Pero ahora enfrentamos un reverso histórico que entraña el coronavirus. Es decir, desde mi punto de vista implica un retorno al pasado cuando la naturaleza se encargaba de la muerte y los hombres carecían del conocimiento para evitarlo. ¡Y oh sorpresa el país más adelantado del mundo, Estados Unidos, es donde se han producido más enfermedades y más muertes!

Y voy a adicionar que el país que creó el sistema que cambió la historia hoy enfrenta un partido Demócrata cuyos candidatos a presidentes se reconocen socialistas. O sea se ha abandonado la situación descrita por Nikita Jruchev quien refiriéndose a los partidos norteamericanos dijo que se diferencian tanto como la Coca Cola y la Pepsi Cola. En fin, me atrevo a decir que no sabemos dónde estamos y dónde queremos ir y como dijo Séneca: “Para el que no sabe a donde va no hay viento favorable”. 

Publicado en La Prensa