El Gobierno vive un convulsionado momento en el transcurso de la gestión.

Aldo Abram con Revista Jurídica

Mientras se le aparecen nuevos e insólitos problemas políticos, en el plano económico viene padeciendo cada vez más los efectos como consecuencia del freno en la actividad comercial e industrial. La crisis se encuentra en el momento más álgido desde que se declaró la emergencia sanitaria. Las medidas parecen no ser suficientes y el panorama se ve oscuro pensando en el futuro. En charla con el sitio, el director de la Fundación Libertad y Progreso expresó su preocupación al afirmar que “lamentablemente vamos a discutir cuándo será la crisis, no si habrá una crisis” y que esta es “peor que la del año 2002”.

La falta de orden y claridad en la comunicación forman parte del problema. Mientras el domingo de la semana anterior el ministro de Economía Martín Guzmán traía tranquilidad diciendo que la compra del dólar ahorro seguiría sin problemas durante este mes, a las 48 horas el Gobierno cambia totalmente las reglas e impone un endurecimiento en el control cambiario. Esto no hace más que alentar la incertidumbre del clima político y económico de Argentina, en el contexto ya excepcional que la pandemia ha generado alrededor del mundo.

En la medida que se sigan sosteniendo en el mediano y largo plazo medidas como las del “supercepo”, únicamente va a generar una pérdida mayor de reservas que la que se quiere evitar. Una corrida que se basa en la desconfianza de los ahorristas, de los mismos argentinos, en su sistema bancario y en los funcionarios que manejan las acciones de la cartera económica. “Eso lamentablemente fue una discusión que varios economistas hemos tenido con esta gestión”, afirmó Aldo Abram en contacto con Nueva Salta. “La respuesta que nos daba el Gobierno es quédense tranquilos porque lo que estamos viendo es porque estamos negociando la deuda. Una vez que la reestructuremos, empezamos a flexibilizar el cepo”.

Esta anécdota retrata de pies a cabeza los sucesivos fallidos, sin importar el color político, de quien detenta el poder en nuestro país. Un día se anuncia algo, se lo ratifica y a las horas cambia todo el panorama. En un país donde la incertidumbre es alta, la compra de divisas extranjeras es el refugio para el ahorro de gran parte del sector medio y hasta bajo de la sociedad, algo que se puede advertir en la radiografía de quiénes son los millones que mes a mes han adquirido el cupo de 200 dólares a través de los bancos, con el cobro del impuesto PAIS.

Mientras se endurecía el control cambiario, en el Congreso se presentaba el proyecto de Presupuesto 2021. Las directrices y el norte de la economía, la industria y la recaudación se conocen desde varios días antes, pero ahora se han hecho oficiales. Alberto Fernández tendrá otra lucha en el recinto legislativo, justo en el medio de una tormenta institucional. Se agrega otra batalla: el arreglo por la deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo.

Para el economista Aldo Abram “el FMI va a llegar a un acuerdo de refinanciación entre 7 y 10 años por esos vencimientos”, dado que “ellos también quieren cobrar y saben que de otra forma no se lo vamos a poder pagar”. Este escenario pone de relieve una cuestión clave, de la cual se ha hablado durante estos años: los capitales nacionales y extranjeros, de particulares y de pequeñas y grandes empresas, que deciden dejar el país. Salir del sistema financiero nacional es una alternativa casi obligada, justamente por lo que más arriba se dijo. La desconfianza y la falta de previsiones para concretar un negocio o ahorrar son elementos que juegan en contra.

En ese sentido, en la charla con el sitio, Abram explica que la clave es poder entender por qué Argentina sigue fugando capitales nacionales y extranjeros. Allí aclara algo fundamental al afirmar que “a cada rato la gente se asusta cuando ve en los diarios que Falabella se va o tal empresa se va. Cuando los inversores extranjeros en realidad son una porción menor de las inversiones en el país”. Las noticias tapan una realidad grave: las fugas de divisas, los fondos que salen del sistema financiero local, generan un movimiento de salida de capitales del sistema financiero local que resiente severamente al entramado económico argentino.

Con total claridad, el director de la Fundación Libertad y Progreso lo remarca. “Todos los días se deben estar yendo unos 200 millones de dólares de argentinos de Argentina o más. Y son mucho más que si se fuera Falabella o cualquier empresa”. Por eso su preocupación reside en “que no es que se van los de afuera, nos vamos nosotros con nuestros ahorros cuando compramos dólares y los ponemos en el fondo del placard, en una caja de seguridad o lo ponemos en una caja de seguridad o en una cuenta en el exterior”.

El economista insiste en que es fundamental resolver los problemas que han solucionado otros países en los últimos 40 años, haciendo reformas estructurales para que esta economía se adapte a un mundo distinto.