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No hay magia para resolver décadas de empobrecimiento y crisis

24 Septiembre 2025

PERFIL  Argentina pasa por una nueva tormenta financiera. No es raro; un prontuario de muchas décadas de políticas que nos llevaron a empobrecernos cada vez más y de crisis en crisis no se iba a resolver con un año y medio “de portarse bien”. Mi abuela decía que hay dos cosas que no se recuperan, la vida y la confianza. Es cierto; pero, si bien nunca llegaremos a olvidarnos de nuestras “andadas”, sí podemos ir reconstruyendo la credibilidad necesaria para llegar a ser un país normal. Si decidimos avanzar en ese camino, tendremos muchos años de fuerte crecimiento económico. Como les sucedió a las economías que, en el pasado, hicieron cambios de rumbo drásticos como el que se está intentando ahora. No va a ser fácil y no lo fue para ellos, pero hoy duplican, triplican o más el nivel de bienestar económico de los residentes de Argentina.

El Presidente ganó diciendo que resolver los resultados de todas las aberrantes políticas del pasado significarían esfuerzo, sacrificio y tiempo. No había margen para seguir votando a quienes proponían milagros que, por supuesto, nunca ocurrían y nos dejaban peor. La verdad es que los argentinos decidieron apoyar y pagar el costo que significa realizar las reformas necesarias, lo que permitió avanzar en el rumbo correcto. La economía empezó a recuperarse, lo mismo que el poder adquisitivo de la gente, pero no todavía a los niveles previos al colapso económico que tuvimos durante 2023 con el anterior gobierno y, menos aún, con los alcanzados en los máximos de 2017. Es decir, queda mucho por recorrer para llegar a ser un país normal, pero, mientras avancemos, eso se irá sintiendo en el bienestar económico de los argentinos.

Se dice que “solo quien hace se equivoca”. Ningún analista previó que el Gobierno haría tanto en tan poco tiempo y me incluyo. Así que era lógico esperar algunos errores. En general, luego, se resolvieron, no sin algún costo en términos de alargar el camino por andar. Sin embargo, en los últimos meses se encadenaron problemas políticos y económicos que generaron dudas respecto de que los argentinos quisiéramos seguir en el rumbo a la normalidad. Por eso, locales y extranjeros volvieron a proteger sus ahorros y atesoramiento pasándolos a dólares.

La suba del tipo de cambio siempre genera percepción de que los pesos que uno tiene pierden valor, lo cual genera un círculo vicioso de alzas de tipo de cambio, menor demanda de pesos que buscan refugio en moneda extranjera.

Sin embargo, hoy la clave está en la política. Es cierto que hay una porción de los argentinos y de los políticos que creen que antes íbamos mejor rumbeados. Sin embargo, con muy poco poder político formal, el Gobierno logró mucho porque tuvo un fuerte apoyo de la mayoría de la población y de una parte de los políticos opositores que coincidían con el objetivo de normalidad propuesto. Es lamentable que esa unión que deviene de compartir una meta común se quebrara por priorizar sumar poder propio en el Congreso, y esa lucha se notó en las leyes y los rechazos de vetos sancionados por los legisladores. En sus discursos luego de la derrota en la provincia de Buenos Aires y en el de presentación del proyecto de presupuesto, el Presidente reconoció que esto debía cambiar. Especialmente en el último, donde llamó a quienes comparten el rumbo a buscar consensos para darles a los argentinos un Presupuesto para 2026. Es decir, con la restricción de no gastar más de lo que se tiene, la propuesta de gasto oficial se debería poder tener algunos cambios que propongan los potenciales aliados, lo que necesariamente implicará que el oficialismo ceda en algunas erogaciones que hubiera preferido hacer. Todo para conseguir el mínimo de mayoría necesario para sancionar un Presupuesto para 2026 que sea equilibrado.

Es ahora cuando hay que decidir cómo se gastan los impuestos que pagaremos el año que viene. El Presidente propone una distribución; y el Congreso, como representante de los contribuyentes, puede aprobarlo como lo recibió o realizarle los cambios que considere necesarios, pero sin violar la restricción de equilibrio fiscal. No puede seguir primando la irresponsabilidad que hemos visto durante décadas. Los legisladores sancionaban aumentos de gastos, con el beneficio en sumar votos, y sin pagar el costo político de decidir cómo se financiaría. Eso se lo dejaban a los gobiernos de turno que tampoco querían perder los votos de los que sufrirían recortes de erogaciones y/o aumentos de impuestos. Por ende, terminaban endeudándose o saqueando el Banco Central para conseguir esos recursos. Así terminamos en incontables crisis por quiebras del Estado y/o del Banco Central. Por eso, sería bueno que una mayoría del actual Congreso o del que surja del voto en octubre dé muestra de que se harán las cosas con la seriedad que se hacen en las democracias republicanas normales. Eso sería una señal muy fuerte para los argentinos y extranjeros que podrían ahorrar o invertir en Argentina. Así sumaríamos inversiones que nos ayuden a llegar más rápido y con menos sacrificio a ser un país normal con libertad y más oportunidades de progreso para todos sus habitantes.

Doná