Carlos Rodríguez Braun
Consejero Académico de Libertad y Progreso
LIBREMERCADO.- Estamos tan abrumados por la política que pensamos que no hay realidad más allá de sus tóxicos bordes. Por ejemplo, el supuesto derrotado en las últimas elecciones griegas, Alexis Tsipras, habló en El Mundo de la necesidad de “acabar con la política de austeridad… derribar este mundo salvaje y neoliberal que nos aterroriza”.
Dirá usted: este insensato es un radical extranjero. Pues no sé yo. Ni es más insensato que nuestros políticos, ni más radical. Vamos, que tampoco es extranjero: podría ser más español que cualquiera de nuestros políticos. A derechas e izquierdas se nos asegura que los Estados, los que han provocado, propiciado y prolongado la crisis, deben dejar de “obsesionarse” con la austeridad (¡nunca lo han hecho!) y deben en cambio acometer “políticas de crecimiento”. Lo dicen todos ¿no?
Dirá usted: pero la nueva izquierda griega recomienda subir los impuestos. Pero esto es lo que recomienda y practica Rajoy. ¿Qué pasa? ¿Es que Barbie se ha vuelto un radical de izquierdas?
Si le preguntamos a cualquier político del PP qué opinaría de reducir el tamaño de los Estados a la mitad, protestaría alegando que no estamos en el liberal siglo XIX. Bueno, pues esa misma demonización del tremendo siglo XIX es la que brota de los labios del señor Tsipras. Y lo mismo que el radical heleno, los conservadores europeos apoyan el hostigamiento fiscal a los banqueros –es decir, a los ciudadanos usuarios de sus servicios.
Dirá usted, inasequible al desaliento en su propósito de negar que en todas partes cuecen habas, que la izquierda radical griega quería liquidar el euro y recuperar el dracma. Pues esto es lo que dijo Alexis Tsipras: “volver al dracma no es una opción”.