Ian Vásquez
Ha publicado artículos en diarios de Estados Unidos y de América Latina y ha aparecido en las cadenas televisivas.
Es miembro de la Mont Pèlerin Society y del Council on Foreign Relations.
Recibió su BA en Northwestern University y su Maestría en la Escuela de Estudios Internacionales de Johns Hopkins University.
Trabajó en asuntos interamericanos en el Center for Strategic and International Studies y en Caribbean/Latin American Action.
EL COMERCIO PERÚ – Solía ser que Estados Unidos peleaba por sus inversiones en el extranjero y por una seguridad jurídica que garantizara un trato comercial predecible ante la ley. Ya no es tan así.
El presidente Donald Trump considera que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte no sirve y lo quiere renegociar o abandonar (no queda claro cuál realmente prefiere). Durante las reuniones que se están dando ahora al respecto, el negociador jefe de EE.UU. declaró que no se debe esperar a que EE.UU. siga alentando o apoyando a las empresas estadounidenses que inviertan en México y Canadá.
En México, donde una mayoría abrumadora apoya el tratado de libre comercio con sus vecinos del norte, el trato despectivo de Trump hacia los mexicanos ha amparado el auge del candidato presidencial populista Andrés Manuel López Obrador, quien lidera las encuestas. Por primera vez, la mayoría de los mexicanos (65%) tiene una opinión desfavorable de EE.UU., exactamente lo opuesto a la opinión pública en el 2015.
Las renegociaciones sobre el acuerdo comercial vienen en un momento delicado. Las elecciones presidenciales mexicanas se llevarán a cabo el 1 de julio. Un tratado nuevo tendría que acordarse antes de esa fecha para que las negociaciones tengan mayor éxito. Las posturas de EE.UU., sin embargo, hacen posible el fracaso.
Herminio Blanco, quien fue el negociador jefe mexicano del tratado original, describió algunos de los retos en una reunión de economistas a la que asistí estos días en Álamos, México. Por ejemplo, EE.UU. propone eliminar o limitar los mecanismos para resolver disputas comerciales a pesar de que son precisamente estos los que hacen funcionar el tratado de libre comercio. EE.UU. también procura que el tratado caduque cada cinco años a menos que los tres países norteamericanos acuerden renovarlo. Esa medida aumentaría enormemente la incertidumbre respecto del comercio y las inversiones. Varias otras propuestas parecen estar diseñadas para ser rechazadas por México.
Si las renegociaciones no llegasen a una conclusión, o si EE.UU. terminara rechazando el tratado por completo, ¿qué pasaría? En ausencia del tratado, las reglas de la Organización Mundial del Comercio todavía aplicarían a Norteamérica. Asumiendo una presidencia López Obrador, México podría aumentar sus aranceles de 0% para la mayoría de los bienes a 35% para casi todos los bienes que provienen de EE.UU. o de cualquier país con que no tenga un tratado de libre comercio.
Según Luis Rubio, el proteccionismo y el gasto son precisamente las herramientas que usaría un López Obrador en el poder. Un México populista no necesariamente sería un desastre al estilo venezolano, pues Rubio dice que López Obrador sería algo disciplinado respecto a déficits fiscalesy deuda pública. Pero habría mucho margen para otras travesuras. A través de la regulación financiera y de otras áreas, se podría comprometer al sector privado a incurrir en “gastos sociales” que podrían terminar en crisis económicas.
Los populismos se retroalimentan. Si la economía empeora en el lado mexicano, estimulará la emigración y el populismo de Trump, así como Trump ha alentado lo mismo en México. El ex ministro de Hacienda Pedro Aspe advierte que el gasto público deficitario estadounidense es lo que mejor explica el déficit comercial de EE.UU., cosa que empeorará con el estímulo fiscal de Trump y será otro motivo para echarles la culpa a los mexicanos.
México participa en 19 tratados de libre comercio con otros países, y buena parte de la base política de Trump se beneficia del tratado con México. Por lo tanto, todavía hay reglas e instituciones que constriñen a los jefes de Estado en ambos lados del río Bravo.
En todo caso, la relación única que México tiene con EE.UU. asegura que la evolución de la política mexicana tendrá un impacto desproporcionado en la región.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 20 de febrero de 2018.