Las cosas por su nombre: al pan, pan y a la inflación…emisión

Las cosas por su nombre: para Mises inflación es emisión a secas

Según algunas de las versiones del origen de “Für Elise” de Ludwig van Beethoven fue que se tradujo mal del manuscrito original “Für Therese”. Se dice que Beethoven se encontraba completamente enamorado de su alumna Therese Malfatti von Rohrenbach zu Dezza, cuando este decide armarse de valor y declararse ella lo rechaza y se casa con un noble funcionario austríaco de buena posición. Es probable que la interpretación que le demos a la obra dependa de la historia que de ella provenga, por ende, la necesidad de definir acertadamente los conceptos.

Ludwig von Mises, referente de la escuela austríaca de economía, plantea algo similar respecto al concepto de “inflación”. La noción más popular que se tiene de inflación es que es el aumento generalizado y sostenido de los precios en un período de tiempo. Mises afirma que esa concepción induce al error y a la tergiversación de los hechos.

Para el autor austríaco inflación es emisión a secas.

Veamos cual es la explicación detrás de ello.

Para comenzar, entendamos que existe emisión porque hay déficit público, es decir, los ingresos del sector público que obtiene del sector privado exceden los gastos del mismo. Para poder financiar este déficit sólo se puede recurrir a tres elementos:

– Impuestos

– Deuda

– Emisión

Los impuestos ejercen presión sobre el sector privado que, paradójicamente, posee el voto electoral, por lo tanto, aumentarlos constantemente ahoga las posibilidades de reelección de cualquier gobierno democrático. Sin embargo, no afecta el nivel general de precios ya que se genera un efecto redistributivo desde el sector privado hacia el sector público. Con los mayores impuestos el sector privado deberá reducir, necesariamente, su nivel de gasto general pero, por su parte, el sector público aumentará su consumo debido al ingreso que es expropiado de los trabajadores del sector privado. Por ende, el nivel general de precios permanecerá inalterado.

Por otro lado, las prácticas de endeudamiento tampoco son recomendables ya que pueden generar un efecto explosivo en el largo plazo, no es necesario profundizar que tomar deuda en el presente implica devolverla en el futuro con intereses y refinanciar deuda con más deuda constituye llanamente mayor cantidad de deuda. Además, de acuerdo a la equivalencia ricardiana, el individuo sabe que la deuda que se toma hoy deberá ser pagada en algún momento y eso derivaría en un incremento de los impuestos en el futuro, por lo tanto, racionalmente, los individuos reducirán su consumo presente para pagar los impuestos del futuro. Consecuentemente, el efecto sobre la demanda agregada de un incremento de los impuestos hoy y una toma de deuda es el mismo.

Ahora bien, el efecto de la expansión de dinero sobre la economía es completamente diferente. La cantidad adicional de dinero cae en manos del sector público, creando una nueva masa de demanda que ingresa al mercado. La diferencia con el financiamiento mediante impuestos es que incorpora nuevos compradores al mercado mientras que, los bienes ofrecidos permanecen inalterados.

Esto genera que los precios suban ante el exceso de demanda, generando inflación.

Enmarquemos la explicación con un ejemplo sencillo. Supongamos que Daniel fabrica 200 pares de botines todos los meses y vende cada par a $50. José sabe que todos los meses Helena llega a su tienda con $10.000 en el bolsillo y le compra todos los pares. Ahora supongamos que se emite dinero y todos tienen más dinero en sus bolsillos. Helena llega al siguiente mes con $15.000 y le demanda a Daniel que le venda 300 pares de botines. Sin embargo, Daniel no tiene esa cantidad y ante la demanda su única opción es elevar el precio de los botines. Es así como comienza el proceso inflacionario. Ahora bien, ¿es culpa de Daniel que los precios suban?… Definitivamente no.

Un agente cualquiera no tiene la potestad de activar la maquinita. Sin embargo, dentro de la sociedad la culpa siempre es del “otro”.

Nuestros profesionales twitteros se entretienen jugando a quién o qué pudo haber causado los dos dígitos del mes, tarea de por sí inútil e innecesaria.

Sin embargo, son pocos los que entienden el verdadero problema de fondo, son pocos los que se animan a desprenderse de los anteojos sesgados que impiden observar el paisaje que se esconde entre las banderitas del ego.