REPÚBLICA ECONÓMICA – A una semana de las PASO en Argentina el horizonte económico se vuelve ignoto. Ni siquiera los profesionales en la materia nos atrevemos a dar un análisis certero debido a la volatilidad dela variables que nos impiden proyectar hacia adelante.
Existe una realidad, las PASO dejan un sabor amargo en la boca. La cada vez más acuciante posibilidad de que vuelva el populismo es alarmante. Como dice el popular refrán: uno siembra lo que cosecha. La fórmula AF-CFK sembró miedo con sus declaraciones que denotaban una ideología de izquierda extrema y la fórmula MM-Pichetto sembró errores económicos durante cuatro años que le costaron los 15 puntos del pasado domingo. Ambos terminaron cosechando un clima de alta incertidumbre en materia económica que acaba impactando, eventualmente, sobre el bolsillo de los argentinos.
En el transcurso de la última semana observamos cómo se disparaba el tipo de cambio y la bolsa local de valores se derrumbaba en más de un 38%, su peor caída en 70 años. Hay dos cuestiones en la que pondremos foco: la volatilidad cambiaria y el porqué de la caída en la bolsa local.
En primer lugar, la culpa no es de las elecciones. Elecciones hay en todo el mundo, no obstante, a nosotros nos impacta de sobremanera porque estructuralmente nos encontramos mal. Es como cuando salís a la calle en remera y le echas la culpa al cambio de temperatura el haberte enfermado. La culpa que te enfermes no es del clima sino tuya que no te cuidaste. A nuestro país le sucede lo mismo, durante mucho tiempo se hicieron las cosas mal pero le seguimos echando la culpa a la incertidumbre electoral.
¿Qué es lo que se hizo mal? Durante mucho tiempo una serie de estados de centro-izquierda priorizaron mantener un elevado déficit fiscal con un gasto que excedía los ingresos. Esta decisión, obviamente política, implicó emisión, impuestos elevados y endeudamiento que juntos provocaron una estructura débil.
El Kirchnerismo escogió emitir de tal manera que terminó destruyendo el valor de la moneda local junto con una presión tributaria que demolió cualquier creación de capital que podría permitir incrementar la riqueza en el largo plazo, mientras que Cambiemos decidió endeudarse. Este modelo de endeudamiento necesita de constantes inyecciones de capitales para poder sostenerse. Si en algún momento se corta el chorro de capitales, el país entra en una profunda crisis.
Para poder estabilizar la volatilidad cambiaria y su posterior impacto sobre los precios es necesario que apliquemos:
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Una política monetaria contractiva. En esto se enfocó el gobierno en el último tiempo. Dejando de emitir comenzó a defender el valor del peso y es más pudimos observar cierta estabilidad hasta las PASO.
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Una fuerte política de ajuste fiscal. Necesitamos, urgentemente, una fuerte reducción del gasto y no sólo licuación de los salarios públicos o incremento de los impuestos como venía apostando hasta ahora el gobierno. Dicho ajuste le otorgaría cierta gobernabilidad, atacando el problema de las expectativas.
Sin embargo, según las últimas medidas anunciadas, las metas monetarias y fiscales dejaron de ser el centro de atención para el gobierno. Lo que nos indica que de ahora en más el valor de la moneda local, con la que realizamos las transacciones diarias, comienza un camino descendente y sin retorno.
Por otra parte, se encuentra el derrumbe masivo del valor de las acciones en la bolsa local. Para poder entender de forma bien sencilla esto pensemos en los orígenes de la bolsa. Hace mucho tiempo se embarcaban en grandes expediciones para descubrir nuevas tierras que, si salían bien, traerían devuelta mucho oro y plata, sin embargo, necesitaban de mucho financiamiento inicial. Ahí tomaban protagonismo los actores que invertían su dinero en estas expediciones a cambio de un papel que les aseguraba un porcentaje del beneficio final. Si durante la expedición, que podía tardar años, llegaban “malas noticias”, como el naufragio del barco, ese papel perdía valor.
Hoy en día, a la bolsa argentina le llegaron noticias malas: la posibilidad de la vuelta de la extrema izquierda que, bajo argumentos bien infundados, no tiene fama de cumplir con sus obligaciones ni respetar las instituciones. Para que comiencen a recuperarse es necesario que lleguen “noticias buenas” como un cambio político de cambiemos que le permita dar vuelta la elección o que Alberto Fernández tome una posición más ortodoxa.
En resumen, sólo queda un camino atacar con todo el arsenal posible la incertidumbre mediante una fuerte política de shock, con ajuste fiscal que le devuelva la confianza a los mercados. Cualquier otra medida solo terminará por asfaltar el camino hacia la crisis que se avecina.