Agustín Etchebarne
Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
IPROFESIONAL – Más allá del cambio en el rumbo político que comienza a plasmarse, los argentinos tienen como principal preocupación la incertidumbre que engloba la economía a futuro, donde las señales de las variables que sustentan el crecimiento son difusas y poco consistentes.
Para tratar de analizar el complejo escenario que tendrá el próximo gobierno, iProfesional entrevistó al economista Agustín Etchebarne, que es director general y co-fundador de la Fundación Libertad y Progreso.
En la charla con este experto en desarrollo económico, comercialización estratégica y mercados internacionales, que cuenta con más de 108 mil seguidores en Twitter, propone un plan para la próxima gestión y desglosa lo que puede ocurrir con el dólar, el cepo cambiario y la inflación, entre otras variables.
-¿Cómo analiza el panorama para el corto plazo?
-Hasta el 10 de diciembre ya están cubiertos los compromisos con el FMI y se han reperfilado o reprogramado los vencimientos de deuda interna. Eso se encuentra manejado con el cepo para que no salgan fuertemente las reservas. Luego, en diciembre, cuando asuma Fernández, va a ser un mes complejo y ahí es probable que su gestión siga cubriendo las necesidades de caja del Estado con financiamiento del Banco Central. Así es posible que haya una emisión monetaria importante en ese mes, que va a generar una situación complicada para el año que viene.
-En este marco, ¿qué alternativas tiene Fernández para encauzar la economía?
-Las elecciones las ganó un grupo de personas que cree en una economía dirigida, por lo tanto es probable que mantenga el cepo o, en todo caso, lo va a profundizar y, tal vez, realice un desdoblamiento cambiario. Todas estas posibilidades serían en definitiva como ponerle un impuesto a las importaciones. Es decir, si hay un tipo de cambio financiero y otro comercial se estaría diferenciando el mercado interno del externo. Con lo cual, a Fernández lo veo en una situación compleja, donde no tiene mucho grado para inventar cosas nuevas.
-¿Entonces?
-Lo que va hacer, aparentemente, es un acuerdo social, que implica una especie de congelamiento de precios y salarios, tal vez por 180 días. Pero todos sabemos que eso no funciona, con lo que queda una sensación que se vienen cosas que ya hemos visto en el pasado, que pueden funcionar un tiempo pero no mucho más que eso.
-¿Para qué le serviría al nuevo gobierno ese plan a corto plazo?
-Creo que en ese tiempo que gana el nuevo Gobierno va a tratar de resolver el compromiso con el Fondo Monetario Internacional, donde se deberá pasar del stand by actual a un acuerdo de facilidades extendidas para tener mucho más plazo para devolver el dinero, y si es posible, con una tasa de interés bastante más baja al 4% acordado con el FMI, que ya de por sí es subsidiada. Por otro lado, queda por resolver el problema del resto de la deuda, que parte tiene legislación local, cuyo planteo puede ser bastante rápido en conseguir un alivio en los vencimientos para los próximos años. A la vez están los vencimientos de los bonos con ley internacional, que también es probable que tengan una propuesta de reperfilamiento amigable, por más que sufran algo de quita.
-¿Por qué indica que el reperfilamiento con quita sería positivo para los acreedores?
-Es que los precios de los bonos están tan bajos que ya los fondos de inversión estiman que va haber algún tipo de descuento, por lo que si esa reducción fuese del 20%, el valor de estos papeles subiría, claro, en caso de hacerse rápidamente. Sobre todo si se amplían los plazos, además de reducir los cupones de la tasa de intereses que otorgan, que son muy altos, aprovechando que en el mundo la rentabilidad es negativa.
En resumen, si Argentina muestra que la deuda es pagable -algo que ahora no se ve así-, y se la reestructura con un menor costo, los precios de los títulos igual pueden subir desde sus niveles actuales, ya que son muy bajos. Sin embargo, el tema central es que no hay mucha confianza del mercado y la prueba está en que el riesgo país se ubica en un nivel record, superando los 2.000 puntos básicos.
-Antes comentaba que ve la posibilidad de que el cepo no se relaje, ¿por qué considera esto?
-No veo posibilidades que se relaje el cepo porque el tipo de cambio se modificaría completamente. Hoy tenemos el problema que la demanda de los pesos se ha caído muy fuerte, y frente a eso no hay posibilidad de desdolarizar la economía. Los ahorristas quieren protegerse y para eso compran los dólares, pero el Gobierno quiere impedir que compren y para eso llama a desdolarizar los ahorros y también las tarifas. Algo que sería complicado porque si aumenta el tipo de cambio no se permitiría que se incrementen los precios de los servicios locales, que están atados al dólar. En resumen, se quiere desconectar el mercado interno del internacional, es complejo porque habría problemas muy grandes.
-¿Problemas de qué tipo?
-Por ejemplo, en Vaca Muerta, un cambio en las reglas de juego que disminuya los ingresos en dólares provenientes de la producción de los sectores petrolero y gasífero, haría reducir la inversión. Es que a diferencia de los pozos petroleros antiguos, que tienen un envejecimiento lento, en los casos que involucran al petróleo no tradicional (shale gas y shale oil) se necesita permanentemente inversión. Entonces, si cambian las reglas de juego habrá una baja en la inversión, algo que genera una reducción directa de la producción. Allí se necesitará algún tipo de negociación para solucionarlo.
-¿Cómo considera que puede ubicarse la inflación?
-De acá a diciembre tenemos un piso de inflación del 4%, y con alguna posibilidad de que suba más en algún momento por los ajustes de los combustibles. Y para los meses siguientes, siempre hay un aumento de la demanda de dinero en diciembre, pero vuelve a caer en marzo, es estacional eso pero hay que ver qué ocurre con los controles de precios en marzo.
A mediano plazo vuelve a estallar, el problema es ese, podés estar acumulando una inyección de dinero con controles de precios y salarios, pero después con las paritarias de marzo la inflación se eleva y puede haber nuevos saltos de precios. Yo no soy optimista con la inflación a mediano plazo, creo que puede haber una crisis más profunda a lo que vemos hoy.
-¿Qué margen de acción tiene Alberto Fernández para controlar eso?
-Lo primero es que la gente comprenda que no puede hacer milagros, acá no hay magia, la situación de la economía es muy complicada con o sin Fernández. Ya lo era con Mauricio Macri, los problemas siguen siendo los mismos, sólo que ahora es un poco más grave porque no hay confianza en Fernández, aunque también la perdió Macri. Por lo que los ejes en los que tiene que basarse el próximo presidente, como mínimo, es tratar de hacer un acuerdo con el Fondo Monetario y otro con los acreedores de la deuda. Para eso va a necesitar mostrar, por los menos, algún tipo de superávit primario, de al menos 1% o 1,5%, para llegar a conseguir algo de confianza externa.
-¿Y qué ocurre si el nuevo gobierno llega a alcanzar estos requisitos?
-Una vez que se llega a eso, igual hay un problema muy grande de stock y de flujos de divisas. El de stock sería el acuerdo por la deuda, pero también hay un problema de flujo, que es lo que está pasando en la economía real, donde hay 21,6 millones de personas viviendo del Estado y ocho millones en el sector privado formal, con lo cual el gran tema que tiene Fernández es reverdecer esa economía. Y eso lo tiene que hacer con un acuerdo con los gobernadores para que estos acepten algún tipo de ajuste del gasto público y de la política en las provincias. También que aprueben algún tipo de reforma previsional, como por ejemplo igualar la edad jubilatoria de las mujeres a la de los hombres, que ahorraría unos cinco años al Estado al subir el inicio del pago, al menos, hasta los 65 años a todos.
En síntesis, se tienen que mostrar reformas estructurales profundas como la única chance que tiene el nuevo Presidente para salir adelante, que deben ser apoyadas por los gobernadores peronistas y acordadas con Cambiemos. Sin eso, Argentina puede lograr alguna mini reactivación, pero no va a lograr crecimiento y, por lo tanto, no vamos a salir de la depresión actual. Es decir, mantendremos la tendencia de la reducción del PBI per capita que viene operando desde 2012.
-Todo esto es lo que debería hacer Fernández pero, ¿qué considera que realmente pueda hacer él?
-Creo que Fernández va a salir a la cancha con un equipo de economistas heterodoxos que creen en dirigir la economía, donde el Estado pone controles en precios y salarios, y de esa manera determina quién gana y quién pierde. Le saca dinero al campo para financiar a la industria y al gasto social, que es algo que se viene haciendo permanentemente.
Ahora, como ya no tendrá mucho espacio para implementar estas acciones, porque el nivel de gasto público es muy elevado respecto al PBI, le genera un problema adicional porque no es lo mismo realizar esta política en el presente que hace 15 años atrás. Hoy ya se está en una fase muy avanzada de populismo, entonces es mucho más complicado y las consecuencias son inmediatas. Por ejemplo, si lo quiere hacer desde el campo, éste deja de invertir o cambia el tipo de inversión que realiza (como generar más soja que maíz), y no se va a alcanzar una cosecha éecord.
-¿Cómo resumiría el panorama que nos espera?
-Fernández la tiene muy complicada desde un punto de vista heterodoxo. Y, para colmo, los que van a estar en el banco esperando para entrar a la cancha son los de La Campora, con lo cual la gente va a estar mirando que si al gobierno no le sale lo que se propone, se preguntará cuál será el segundo equipo económico que llegue y si será el de La Cámpora. Algo que sería más peligroso y le agregaría incertidumbre a todo el esquema.
Por eso la salida que tiene Fernández es la de la política grande, lograr un acuerdo con los gobernadores y contemplar un trato con Cambiemos para ir por las reformas estructurales. Pero la probabilidad que eso ocurra no es muy alta. La historia del peronismo no es muy buena en ese sentido, las muy pocas veces que eso se logró fue con Menem y Cavallo, en alguna medida, y después nunca más. Más bien, la historia del peronismo consiste en conflictos muy grandes que terminan estallando internamente entre ellos cuando se acaba el dinero para repartir, que es el caso.