¿Por qué fracasó la política antiinflacionaria de Sandleris?

Economista, colaborador de Libertad y Progreso

Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.

ÁMBITO FINANCIERO – A pocos días del cambio de Gobierno y, por ende, del cambio de los enfoques económicos, volvió a tomar fuerza el debate acerca de la emisión y su posible impacto en la inflación. Desde el Frente de Todos argumentan que la emisión no es la única causante de la inflación, sino que ésta es multicausal. Si no, ¿cómo se entiende que la política de emisión cero de la base monetaria llevada a cabo por el Banco Central haya finalizado con un mayor nivel de inflación? La respuesta a esta pregunta se basa fundamentalmente en cuatro variables: I) que en realidad no fue emisión cero, II) que también juega la demanda de dinero, III) los retardos de la política monetaria, y IV) que Argentina posee una economía bimonetaria.

En octubre de 2018 se puso en marcha la política de emisión cero de la base monetaria. No obstante, no fue una política pura de no emisión ya que, contemplaba incrementos estacionales en diciembre de 2018 y junio de 2019 (este último finalmente no ocurrió). Si bien es cierto que existe estacionalidad en esos meses y se demanda más dinero, lo que justificaba una suba de la cantidad de dinero en la economía, también es cierto que luego esa demanda cede y vuelve a caer. En la política de Sandleris, no se observó que la oferta monetaria acompañe la estacionalidad a la baja, sólo lo hizo al alza.

Además, no sólo se trata de la oferta de dinero, sino que también entra en juego la demanda de dinero. La moneda funciona con la misma lógica que cualquier otro bien; es decir, bajo las reglas de la oferta y la demanda. Si la oferta de dinero se incrementara acompañada de un aumento de igual magnitud en la demanda de dinero, no habría un problema inflacionario. El problema ocurre cuando la oferta de dinero crece más que la demanda de dinero y eso es lo que venía ocurriendo en Argentina, con el agravante de que la demanda de dinero caía, lo que agravaba el problema. Así, por más que se congele la emisión de la base monetaria, si la demanda sigue bajando, continúa existiendo un excedente de oferta sobre demanda y es como si se emitiera.

Por otro lado, la política monetaria de agregados monetarios nunca funciona de inmediato, sino que actúa con rezagos. Esto quiere decir que, si se deja de emitir, no se verán los resultados al mes siguiente. Estos retardos son mayores cuanto mayor es la confianza en la moneda; por lo que Argentina, por su track-record inflacionario (le sacamos 13 ceros a la moneda y tuvimos cinco monedas distintas), probablemente el rezago es mucho menor.

Aun así, aproximadamente ocho meses después de la aplicación de la política monetaria de emisión cero de la base monetaria, en mayo de 2019 se comenzaron a ver algunos resultados. Las expectativas a la inflación dejaron de ser al alza, lo que comenzaba a brindar esperanzas de que las expectativas podrían comenzar a bajar posteriormente. Sin embargo, eso no sucedió. ¿Qué paso? Pasaron las PASO y este punto se relaciona con la tercera variable mencionada: Argentina es un país bimonetario. Esto es así como consecuencia de que el peso es una moneda que pierde valor continuamente. Por lo tanto, los pesos funcionan como medio de pago, pero no como reserva de valor, para lo que se utilizan más los dólares.

De esta manera, Argentina, al tener que convivir con dos monedas, la inflación se ve reflejada en el tipo de cambio cuando se devalúa, producto de una fuerte caída en la demanda por pesos. Tras la enorme devaluación de las PASO, el leve resultado en las expectativas de inflación que había empezado a observarse en la política monetaria de “emisión cero” se esfumó y la estrategia de agregados monetarios de Sandleris vio su punto final.

Lo que ocurrió en Argentina no rompe con los manuales de economía. Se puede explicar perfectamente por qué la política monetaria de Guido Sandleris, a pesar de ir por la vía correcta, no dio resultados. Se explica por las cuatro variables mencionadas. Desde luego esto no quita que existan empresarios que, ante una fuerte distorsión de precios relativos, aprovechan para intentar subir sus precios, pero se encontrarán pronto con que venden menos. Pero la génesis del problema es que la emisión monetaria excesiva genera la distorsión de precios relativos de la que algunos empresarios buscan sacar provecho. Con lo cual, ese comportamiento también tiene una explicación que no coincide con la de algunos economistas con que la inflación sea multicausal. De lo contrario, ¿cómo se explica lo ocurrido en la década de los 90? En aquel entonces, se generó un sistema de confianza porque los pesos estaban respaldados en dólares.

De esta manera, la oferta creció a la par de la demanda y por lo tanto no hubo inflación. Si la inflación fuera multicausal, ¿implicaría que en el Gobierno de Menem los empresarios eran buenos y no subían los precios? No, eran los mismos empresarios, pero sin distorsión de precios relativos generados por gobiernos que emiten desmedidamente para financiar desequilibrios fiscales. En otras palabras, la codicia de los empresarios no es la causa de la inflación.

En definitiva, hay explicación de por qué fracasó la política antiinflacionaria de Guido Sandleris. En primera instancia la “emisión cero” en realidad fue del 8,4% (de todos modos, un nivel bajo para lo que acostumbraba Argentina). Luego, que la demanda de dinero continúa cayendo. En tercer lugar, se debe tener en cuenta los retardos. Finalmente, las complejidades adicionales de una economía bimonetaria. Pero más importante aún, existen también explicaciones de que la inflación no es multicausal, ya que cuando se generó confianza y la oferta crecía acompañada de la demanda en la década de los 90, no hubo inflación.