No es posible financiar jubilaciones si no hay trabajo

Diana Mondino
Consejera Académica en Libertad y Progreso

Diana Mondino es Directora de Relaciones Institucionales y profesora de Finanzas en los Master en Dirección de Empresas y Master en Finanzas de la Universidad CEMA.  Tiene experiencia en temas económicos y de management.

 

Un reciente informe de IDESA analiza las prestaciones que mensualmente paga Anses. Los datos son muy llamativos. Sólo una cuarta parte de beneficiarios ha hecho aportes, otro tanto cobra dos prestaciones, y la mitad de las personas que reciben prestaciones no hicieron aportes. Confío en la rigurosidad y profundidad del trabajo, aún cuando hubiera errores, los comentarios que siguen respecto a la financiación de ANSeS serán válidos.

Cada lector tendrá su propia opinión sobre la equidad y justicia de nuestro sistema actual. De lo que no hay dudas es que nuestro sistema es deficitario casi por definición: los aportes que se reciben de los trabajadores actuales son insuficientes para cubrir las prestaciones y se debe recurrir a múltiples impuestos que se derivan al ANSeS. Es injusto con los jubilados que aportaron y más aún con el trabajador que no recibirá el fruto de sus propios aportes (sistema de capitalización), ni tampoco sus aportes son suficientes para los jubilados actuales (sistema de distribución pay as you go). Como sistema intergeneracional está completamente viciado.

El principal costo del Estado Nacional es el sistema previsional. En el Presupuesto 2021 supera largamente el 40% del gasto total, bastante más que 10% del PBI. Adicionalmente, los regímenes especiales y de las provincias parecen un dibujito animado donde el personaje está caminando en el aire sobre el abismo y no se sabe si caerá o podrá volver a pisar suelo firme.

La Argentina tiene déficit fiscal y al mismo tiempo debe reducir la enorme carga fiscal que ya existe. Por eso creo que los fondos para el sistema previsional solamente pueden surgir de un vigoroso mercado laboral.

Este mercado laboral está tremendamente distorsionado. La productividad global de trabajadores formales e informales es bajísima, que se manifiesta en el bajo crecimiento del PBI. Es un caso difícil de determinar si es causa o consecuencia, pero en definitiva: cada vez hay más argentinos pero que producen cada vez menos. 

Hay un gran nivel de empleo público en todos los niveles – Nación, provincias y municipios- de dudosa eficacia, sumado a una enorme cantidad de gente con tareas informales y mucho desempleo. Los planes sociales son de montos no muy alejados de un salario mínimo, con lo cual se desmoronan los incentivos a trabajar en el mercado formal.

Los datos son impresionantes: En 2020 se perdieron casi 4 millones de empleos, que lentamente se recuperan. La cuarentena ha tenido un efecto devastador. El desempleo es “sólo” de 11,7% según el Indec para el tercer trimestre 2020, y seguramente ese número es muy optimista ya que poca gente puede buscar trabajo (intencionalmente, si no busca trabajo no es considerado desempleado). Casi el 60% de la población urbana no está integrada, o busca integrarse, al mercado laboral. (57,7% según el Indec) 

Claro, pueden ser niños o jubilados o estudiantes, o tener un “plan” pero el punto es que raspando el 40% que sí trabaja o quisiera trabajar debe producir y pagar para sí mismos y para el resto. Nótese que de ese poco más de 40% mucha gente puede tener ingresos por tareas fuera de sistemas formales y por lo tanto no hace aportes al sistema previsional. 

La exactitud de estos números no importa, lo relevante es que hay muy pocos aportantes por beneficiario. Esto implica muy bajas jubilaciones y/o muy altos impuestos, aún sumando los impuestos que pagan empresas y consumidores.

Es muy cínico que los políticos opinen sobre cómo ajustar las jubilaciones, sin considerar que el mundo laboral está in extremis.

Es indispensable modificar la pesada carga que pesa sobre trabajadores y sobre las empresas que pudieran contratarles. Aportes y contribuciones representan más del 40% del salario nominal, pero 50% del salario de bolsillo. Los monotributistas o autónomos tienen regímenes también onerosos. No todo va al ANSeS, por lo que tenemos un magro salario y mal financiado el sistema previsional.

Estamos ante un sistema con una manta corta. Si se reduce el sistema impositivo que pesa sobre el trabajador, los salarios mejorarían. Sin embargo, el sistema previsional tendría menos recursos.

Una posible solución es una abrupta desregulación. Soy optimista pero no tanto, y no creo que los mismos políticos que no dudan en manipular fórmulas o afectar a monotributistas estén analizando el tema.

Otra posibilidad es reducir el llamado “costo laboral” que en realidad desprotege al trabajador. Sí, desprotege, ya que es difícil conseguir trabajo y la retribución neta es muy limitada. Debemos permitir movilidad de obra social buscando competencia y mejor servicio, reducir contingencias para empresas, eliminar litigiosidad con sistemas claros y concretos, acelerar entrenamiento, capacitar por empresa y sectores, financiar un seguro de desempleo, etc. Así, se lograría que los aportes tengan utilidad y no se pierdan en un agujero insondable. Es una forma de aumentar el salario real.

Más importante sería dar condiciones diferentes al “nuevo” trabajador de manera que en lugar de cobrar un subsidio pueda conseguir un trabajo que no sea gravado con los mencionados aportes y cargas sociales. Sabemos que el salario no puede ser mayor que la productividad y nuestras reglamentaciones hacen muy oneroso contratar un joven sin experiencia. Los sindicatos deben elegir entre mayor empleo o mejores salarios para los que todavía tengan trabajo. No sigo, pero hay mil sugerencias y elementos a considerar.

La relación entre el sistema previsional y el mercado laboral es indisoluble. El déficit crónico del sistema jubilatorio no tiene solución si no mejora sustancialmente el mercado laboral. El mercado laboral no tiene solución si no se le quitan impuestos y regulaciones que sólo parcialmente van al sistema jubilatorio. El país no puede crecer si la gente no puede, no sabe o no quiere trabajar.

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