La burbuja de la burbuja

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Iván Cachanosky
Economista, colaborador de Libertad y Progreso

Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.

ÁMBITO FINANCIERO – La bolsa en Wall Street continúa en sus máximos históricos y la preocupación de una eventual burbuja sigue latente. Si bien están dadas todas las condiciones para afirmar que existe una burbuja financiera, es interesante tener en cuenta algunas salvedades.

En primer lugar, repasemos las señales de la burbuja. No es cuestión de que la bolsa se encuentre en máximos históricos, la mayoría de las veces acentúa tendencias de romper máximos ya que acompaña (no siempre uniformemente) el crecimiento de las economías. Por otro lado, la mayoría de los indicadores (como por ejemplo el Willshire 5000) se ubican en niveles de alerta.

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Por otro lado, las tasas de interés en mínimos y los estímulos monetarios contribuyen a inflar la burbuja. Con tasas de interés tan bajas, prácticamente se obliga a las personas a especular en los mercados financieros. Más aún, cuando los rumores crecen sobre una eventual suba de tasas o el inicio del tapering(retirada progresiva de los estímulos monetarios), la bolsa pasa factura con su nerviosismo. Estados Unidos algo tiene claro, bajo ninguna circunstancia quiere repetir un episodio como la crisis de 1930 y por ese se maneja con mucha cautela.

No obstante, vale la pena destacar dos salvedades. Por un lado, si bien los indicadores arrojan señales de burbuja en la totalidad del mercado, esta realidad cambia al analizar la situación de las empresas tecnológicas y el de las industriales. En las empresas tecnológicas los indicadores de alarma se mantienen (y en algunos casos se acentúan), mientras que, en las empresas industriales, la evolución del crecimiento es mucho más normal. Por lo tanto, en términos desagregados, no se evidencia una burbuja en todos los sectores.

Esto nos obliga a poner la lupa en las empresas tecnológicas. Es cierto que los indicadores y ratios arrojan valores alarmantes; ratios como el PE, PS, PEG, entre otros, se ubican todos elevados. Sin embargo, también es cierto que el mundo está atravesando cierto cambio de paradigma producto de la Pandemia. El trabajo virtual y el homeoffice ganaron protagonismo y adelantaron una cantidad enorme de situaciones repentinamente. Desde luego que habrá un retorno a la presencialidad, pero será parcial bajo una “nueva normalidad”. El punto clave aquí es, ¿pueden estos indicadores captar este cambio de paradigma que se está viviendo? En otras palabras, ¿un ratio PE elevado puede tener una validez mucho menor en estas circunstancias? En estos días, es mucho más importante la evolución de los ratios e indicadores que el número en sí.

Tampoco la situación actual se asemeja a la burbuja de las puntocom. A diferencia de aquella situación, el valor agregado que ofrece la tecnología es mucho más tangible. Todos podemos ver a personas que usan iphonestablets o el dispositivo tecnológico que se nos ocurra. Esto es algo concreto y tangible a diferencia de lo que ocurrió con las puntocom.

En síntesis, con esto no se pretende afirmar que no existe una burbuja en los mercados. La burbuja está, es real y la mejor prueba es la sensibilidad de Wall Street ante eventuales cambios en la tasa de interés o anuncios del tapering. Pero esto no quita el hecho de que se deben enmarcar estos indicadores dentro de un cuadro de cambio de paradigma y que, por lo tanto, la burbuja sea menor a la esperada. Tarde o temprano el golpe llegará cuando suban las tasas. Pero como toda crisis bursátil pasará y seguirá siendo prudente mantener la calma y apostar al largo plazo.

Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso

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