Empresarios ante una retórica hostil

Consejero Académico de Libertad y Progreso

CATO Carlos Rodríguez Braun señala que muchos empresarios españoles creen que la sociedad no les aprecia aun cuando los estudios revelan que no es cierto.

Leí hace tiempo un artículo de Lola Galán en El País que incluía la siguiente declaración de Elisa Chuliá, profesora de Sociología de la UNED e investigadora de Funcas: “En realidad, de los estudios que hemos hecho no se puede deducir que los españoles tengan mala opinión de los empresarios. Sin embargo, en una encuesta que hicimos a dueños de empresas, descubrimos que ellos sí tienen la idea de que la sociedad no les aprecia”. Se trata de un clásico en la historia de las ideas y las conductas políticas: creadores que se tragan los bulos lanzados por los depredadores y su séquito intelectual y mediático. Pondré cuatro ejemplos de su retórica tramposa.

Primero, la riqueza no se crea, sino que se “acapara”. Esa expresión se repite una y otra vez, asociada al “poder económico“, de modo que creamos que la riqueza es negativa, o que se acumula a costa de la pobreza, y sobre todo que los capitalistas mandan. Vamos, que usted, señora, no tiene que obedecer al Estado sino a Amancio Ortega.

Segundo, la riqueza es mala de por sí: se nos dice que la desigualdad ha crecido (lo que está lejos de ser evidente), con la idea de que pensemos que nuestra vecina rica nos causa daño, y fomentar en nosotros la clave moral más importante aunque menos confesable del socialismo: la envidia.

Tercero, y precisamente debido a su radical inmoralidad, el antiliberalismo debe revestirse de ropajes éticos. Se ponen sus epígonos estupendos, se rasgan las vestiduras, y claman contra el desvarío capitalista: ¿es acaso razonable tener tanto dinero como fulano o zutano?

Cuarto, antes de que usted, señora, proteste, alegando que el capitalismo tiene defectos pero que el anticapitalismo es mucho peor, la rodea un coro aleccionador, que insiste en que ellos no están contra el capitalismo, sino solo contra sus “excesos”, y ahí dan rienda suelta a su moralina sobre sistemas “dinámicos e inclusivos”, y sobre una “justicia fiscal” que ponga el foco en los ricos, para que usted no proteste por cómo está siendo saqueada usted.

Así, un día, y otro, y otro. Desde púlpitos y cátedras y tribunas sin fin se les asegura a los empresarios que la sociedad está indignada con ellos. No puede sorprender que por temor, inseguridad o falta de voces alternativas, muchos se lo crean.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 14 de marzo de 2023.