Vouchers educativos: una buena medida, una mala instrumentación

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

INFOBAE El pasado 19 de febrero publiqué en este mismo espacio una nota motivada en el extenso documento que había hecho público Cristina Kirchner, en el cual señalaba: “También creemos que levantar la escuela pública de la que somos hijos, significa pensar cuál es la razón por la que parte de los sectores medios y medios bajos, hacen un esfuerzo para enviar a sus hijos a escuelas de gestión privada para que tengan clases todos los días”.

Por supuesto, tiene razón, nadie puede dudar que “los sectores medios y medios bajos” deben hacer un gran esfuerzo económico para enviar a sus hijos a escuelas de gestión privada, pero se equivoca en que son sólo ellos, aún los sectores más pobres de la sociedad lo hacen, como surge de un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.

Al respecto, a fines de febrero, el presidente Javier Milei, expresó en una entrevista radial: “Vamos a incorporar un mecanismo de asistencia a la clase media para que los chicos no pierdan el colegio, porque la situación en la cual se te caen los ingresos y tenés que cambiar al chico de colegio no solo es traumatizante para los padres sino también para los chicos”, a lo que agregó: “Va a haber vouchers y financiamiento para alumnos. Están trabajando los ministros (Sandra) Pettovello y (Luis) Caputo. Estamos muy cerca de anunciar eso”. Hoy, afortunadamente, es una realidad.

Como señala una nota de Infobae: “El Gobierno oficializó hoy el Programa “Vouchers Educativos” para ayudar a familias que envían a sus hijos a establecimientos de los niveles inicial, primario y secundario con una subvención del 75% o más, y una cuota que no supere los $54.396″, y agrega: “Asimismo, será requisito que el ingreso familiar no sea superior a siete salarios mínimos, vitales y móviles. Es decir, la familia que aspire a inscribirse al programa deberá tener una entrada de dinero mensual que no supere los $1.419.600… Aquellos grupos familiares que sean incluidos en la lista de beneficiarios podrán recibir el 50% del valor del arancel de jornada simple, sin incluir actividades extraprogramáticas, en función de la cuota base (marzo 2024) para mayo, junio y julio. El voucher tendrá un tope de $27.198 por hijo”.

Es claro que es difícil imaginarnos una medida más apropiada; sin embargo, no lo es su instrumentación.

No existe razón alguna para discriminar a las familias que envían a sus hijos a escuelas con subvenciones menores al 75% o sin subvención. El subsidio debería ser para todas las familias que califiquen, en virtud de su situación económica, y no solamente para aquellas cuyos hijos concurran a un determinado colegio.

Hace más de 10 años que planteo la posibilidad de instaurar una simple tarjeta, a la que denominé Educard, que sería de utilidad, por ejemplo, para este fin. La misma tendría un importe mensual acreditado, el cual únicamente podría ser utilizado para gastos educativos, que permitiría a las familias que enfrentan hoy tiempos muy difíciles, en virtud de un vergonzoso pasado que se intenta revertir, la posibilidad de continuar enviando a sus hijos a la escuela que la familia ha elegido en su momento y no a la que, por consecuencia directa de la crisis económica, deben concurrir.

Ojalá la administración del presidente Milei lo tome en cuenta. Educard marcaría un cambio de paradigma en la educación argentina pues serían los padres, que califiquen para el subsidio en virtud de la nueva situación económica que enfrentan y por el tiempo que la misma lo amerite, quienes reciban el apoyo del Estado y no determinados colegios.