Es la cultura, estúpido

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso.

Profesor de Finanzas e Historia Económica, Director del Centro de Estudios de Historia Económica y miembro del Comité Académico del Máster de Finanzas de la Universidad del CEMA (UCEMA). Profesor de finanzas en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York (2013-14). Licenciado en Economía UBA (1985) Master of Business Administration (MBA) de la la Universidad de Chicago (1990). Autor de numerosos libros y artículos académicos sobre historia, economía y finanzas.

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Sin ánimo de insultar a nadie, aprovecho esta frase –que ya se ha convertido en un lugar común– para resaltar la relación que existe entre cultura y crecimiento económico. A fines de los noventa Mariano Grondona desarrolló una teoría que explica el desarrollo de una sociedad a partir de su cultura predominante. Según Grondona, las normas, valores, conductas y creencias que componen la cultura se pueden agrupar en “sistemas de valores.” Hay sistemas de valores que favorecen el crecimiento y otros que lo retardan. En sociedades que crecen, la mayoría de los individuos cree que el trabajo, el esfuerzo, la competencia, la creatividad y la excelencia son determinantes para su desarrollo personal. En contraste, en sociedades decadentes una parte importante, o la mayoría, de sus miembros cree que la suerte es el factor determinante y por lo tanto no asignan tanta importancia al trabajo, al esfuerzo o a la educación (básicamente buscan sobrevivir a costa del trabajo de los demás).

Durante mucho tiempo los economistas fueron renuentes a incorporar los valores culturales a sus teorías sobre el crecimiento económico. En parte esto se explica por un problema metodológico: ¿cómo medirlos en un momento dado y a través del tiempo? Pero en los últimos años las encuestas han permitido cuantificar ciertos valores culturales predominantes en distintos países y los economistas los han incorporado a su análisis. Aquellos valores y principios que facilitan la cooperación y la coordinación en pos del bien común, constituyen el capital cívicode una sociedad, que es tan importante para el crecimiento económico como pueden serlo un tractor, un campo o una fábrica.

Nos interesa especialmente saber cuáles son los valores y normas culturales predominantes en la Argentina y como afectan sus posibilidades de desarrollo. Para ello contamos con los resultados de dos encuestas que se realizan periódicamente desde hace más de una década en distintos países de América Latina y el mundo: Latinobarómetro y World Values Survey (WVS).

En las encuestas del WVS de la oleada 2010-2014, los participantes deben expresar su acuerdo o desacuerdo con una proposición asignándole un número en una escala de uno a diez. Por ejemplo, una de ellas es: “Sólo es posible enriquecerse a costa de los demás.” Quien está totalmente de acuerdo con esta proposición le asigna el menor puntaje (1) y viceversa. Es decir, que el promedio será más cercano a uno cuanto más arraigada esa noción en la sociedad. El gráfico siguiente muestra para Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, España y Estados Unidos que proporción de la población total y de los graduados universitarios tiene una opinión más fuerte sobre el tema (es decir, aquellos que responden de 1 a 4). Los tres primeros países son vecinos y por lo tanto comparten ciertas influencias culturales comunes con la Argentina, mientras que los dos últimos son elegidos como destino por la mayoría de los argentinos que deciden emigrar:

Porcentaje de los encuestados que cree firmemente que sólo es posible enriquecerse a costa de los demás (Rango de Respuestas de 1 a 4)

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Fuente: World Value Survey, Oleada (2010-2014).

La divergencia entre la Argentina y los otros países es notable. Básicamente, un 25% de los argentinos cree que crear riqueza consiste en apropiarse de lo ajeno. Además, está noción está aun más arraigada en los segmentos más educados de la sociedad (casi un 30%). De hecho, la Argentina y Uruguay son los dos únicos países entre los seis seleccionados en los que se produce este fenómeno (aunque entre nosotros es más pronunciado). No sorprende entonces que un alto porcentaje de los encuestados tampoco crea en las bondades de la competencia. Según el WVS, en la Argentina aproximadamente un 30% cree que la competencia es dañina y saca lo peor del ser humano. De los seis países analizados, sólo Uruguay tiene un porcentaje mayor. En Estados Unidos el porcentaje es de sólo 15%.

Otra pregunta de la encuesta del WVS muestra hasta que punto los argentinos creen que el éxito depende del trabajo duro y el esfuerzo. En este caso, el orden de la respuesta es inverso al de la anterior. Es decir quienes creen firmemente que el trabajo duro es necesario para el éxito le asignan un valor igual a uno. O sea, cuanto más bajo el promedio, mas establecida está instalada esa noción en la sociedad. Uruguay es el país con la mayor proporción de encuestados que no cree que el esfuerzo individual vale la pena. Pero el promedio de la Argentina es superior al de España, México y Estados Unidos. Además, nuevamente parecería que en nuestro país la educación universitaria sirve para promover la idea de que la sociedad es un “juego de suma cero”, que la competencia es dañina y que el trabajo duro no paga.

Por otro lado, las encuestas de Latinobarómetro indican que la creencia de que la empresa, los mercados, la iniciativa y la inversión privadas no son indispensables para el crecimiento del país o la creación de oportunidades está relativamente más arraigada en Argentina que en otros países de América Latina. La tabla siguiente muestra los resultados promedio de las encuestas realizadas entre 2003 y 2011.

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Fuente: Latinobarómetro.

Aunque en la Argentina una mayoría cree que la empresa privada es indispensable para el desarrollo, entre las grandes economías de la región, es el país que en las encuestas muestra un mayor sesgo estatista, anti empresa privada y anti mercados libres (o un mayor apego a ideas socialistas). Y como se puede apreciar en la siguiente tabla también es el que ha tenido el peor desempeño económico.

Tasa de crecimiento anual del PBI per cápita en dólares

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Fuente: Fondo Monetario Internacional.

El tema da para mucho más que un artículo. Por ahora dejo al lector que saque sus propias conclusiones.

Publicado en La Era de la Burbuja, blog de Emilio Ocampo