PORFOLIO PERSONAL DE INVERSIONES – Para Natalia Motyl, Economista de Libertad y Progreso, la suba del tipo de cambio amerita estar en el rojo. “Nuestro país posee uno de los pass through más importantes de América Latina”, explica. Por otro lado, en el color amarillo, ubica al déficit fiscal, al cual define como “el problema madre” y reitera la necesidad de implementar reformas en pos de su reducción. En tanto, en el verde, sitúa a la balanza comercial.
Desde Libertad y Progreso, la Economista Natalia Motyl analiza cuáles son las variables de la macro local que ameritan estar en rojo, amarillo y verde, en nuestro Semáforo Económico, dentro de una coyuntura complicada y que dio un giro de 180 grados, tras las PASO de agosto.
El tipo de cambio. Lamentablemente, sigue siendo el protagonista del día a día. Nuestro país posee uno de los pass through –es decir, el impacto que tiene en los precios una suba del tipo del cambio- más importantes de América Latina. Prácticamente, tenemos una economía bimonetaria, en la que cualquier disparada de la relación que existe entre nuestra moneda y la divisa hace desbaratar las aguas tranquilas.
Al final de cada devaluación, nos encontramos con una transferencia de ingresos entre los estratos de ingresos más bajos hacia los más altos. Hoy en día, los que se encuentran entre los primeros son cercanos al 90% de la población, es decir, sólo el 10% se aleja de la extrema vulnerabilidad.
No es un dato menor, ya que de prolongarse esta volatilidad del tipo de cambio, el malestar social acompañaría este crecimiento. Además, esta inestabilidad no es más que el fruto de la corrosión del valor de la moneda local, con una demanda de dinero que está cayendo y parece no ceder, debemos hacer foco en este para no acercarnos a un escenario similar al de 1989.
Hasta ahora, para poder calmar la volatilidad del tipo de cambio, se recurrió a una política monetaria más restrictiva. De ahora en más, habrá que enfocarse en las expectativas que es la que más incertidumbre te genera. Es imprescindible devolverles la confianza a los mercados ¿Cómo? Con un fuerte ajuste fiscal.
El déficit fiscal. Aunque es cierto que la desviación de las metas fiscales que vamos a tener este año son mínimas, lo cierto es que todavía no pudimos bajar el déficit financiero. Sólo existe una forma de crecer y es achicando el gasto público, más precisamente el gasto corriente, el cuál hasta el momento no ha sido tocado. Vamos a llegar al gasto primario por una licuación de los salarios de los empleados públicos, pero no por una contracción del aparato estatal, las nóminas o los beneficios públicos.
El único gasto que se redujo hasta ahora es el gasto de capital, que, aunque sea marginal, genera cierto valor agregado en nuestro país: no es para nada despreciable la construcción de rutas, pavimentación, etc. Además, incentiva al sector de la construcción, que es uno de los que más empleo genera en nuestro país. No obstante, se optó por comenzar con la reducción de este, en vez de achicar la burocratización que es lo que más ruido le hace a la economía. Por ello, no es cierto que en este sentido estemos más tranquilos en materia fiscal. Por el contrario, el problema madre que desembocó en esta crisis sigue estando y es necesario resolverlo para que los gastos corrientes se financien con los ingresos corrientes. Es imprescindible, que ni bien asuma el próximo gobierno, encare todas las reformas necesarias para lograrlo.
La balanza comercial. Las constantes devaluaciones que venimos sufriendo desde el año pasado y que corroen nuestro poder adquisitivo favorecen la posición externa de nuestro país. Nos volvemos más competitivos y esto es porque para los ojos externos nos volvemos “más baratos”. Es imprescindible remarcar que este incremento de la competitividad no se da por el avance de una estructura productiva diversificada, que es lo que nos haría verdaderamente más competitivos, sino por la pérdida de valor de nuestra moneda local.
Ya vamos once meses consecutivos registrando superávit comercial luego de casi dos años de que la balanza comercial se encontrara en rojo. La situación, justamente, se comenzó a revertir el año pasado cuando se inició la sucesión de devaluaciones.
Además, otro factor a tener en cuenta es que la baja del ingreso de nuestro país hace que compremos menos al exterior y eso se observa con la gradual caída que están teniendo las importaciones. Es por ello que la balanza comercial se está viendo favorecida por una suba de las exportaciones y una baja de las importaciones.
Obviamente, esta mejora en la situación externa constituye un canal de ingreso de divisas en momentos en que más las necesitamos. También habrá que estar atentos a la evolución de la situación económica, fundamentalmente, del Mercosur, uno de nuestros principales socios comerciales y la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que podría tanto desfavorecernos o perjudicarnos. Cabe recordar que, gracias a este último conflicto, los exportadores sojeros se vieron altamente beneficiados ya que al salir de la competencia Estados Unidos, China desvió su mirada al suelo pampeano. No es menor este dato ya que, por el contrario de lo que se piensa, nuestra mayor competencia es Estados Unidos y una salida de este del mapa comercial siempre nos beneficia.