Liberalismo a la Vargas Llosa
Iván Carrino reseña La llamada de la tribu, de Mario Vargas Llosa, y encuentra en este texto una síntesis del "liberalismo de Vargas Llosa".
Recuerdo una anécdota de cuando era un joven que asistía a todos los eventos liberales que se cruzaban por mi camino. En esta oportunidad, en el marco de no recuerdo bien qué, quien exponía era Mauricio Rojas, escritor y político chileno. En un momento, alguien levanta la mano y le hace a Rojas una de esas típicas preguntas donde quien pregunta quiere mostrar que él es el más liberal de los liberales, y poner en aprietos al expositor.
Recuerdo que Rojas respondió algo así como “bueno, esto puede tener sentido para un pensador como Rothbard, pero a mí déjenme con el liberalismo de Vargas Llosa”.
La pregunta entonces es, ¿cuál es el liberalismo de Mario Vargas Llosa?
Creo que la respuesta puede encontrarse en La llamada de la tribu, libro que personalmente decidí comprar y leer una vez que me enteré de la muerte de este famoso escritor, de quien solo había leído su obra La fiesta del chivo, algunos de sus artículos en prensa, y había escuchado algunas de sus exposiciones en la Fundación Libertad.
Sobre el liberalismo de Vargas Llosa, entonces, lo primero que alguien podría decir que se trata de un falso liberalismo… Algún rothbardiano, por ejemplo, podría argumentar que, como Mario Vargas Llosa cree que la causa de la crisis de 2008 fue un exceso de codicia y un mercado falto de regulación, entonces no puede ser un buen liberal, dado que no entendió a la “Teoría austriaca del ciclo económico”.
Peor sería la reacción cuando leyeran, en la página 151 de esta obra, que dice que “[los mercados libres] por sí solos, terminan, según la metáfora de Isaiah Berlin, permitiendo que los lobos se coman a todos los corderos”.
¡Qué mal! ¿no? Podría ser, pero estuve consultando con Chat GPT, quien me informó que Lionel Messi, a lo largo de toda su carrera, pateó 141 penales. De éstos, erró nada menos que 31. Supongo que los puristas dirán entonces que Messi es un mal jugador de fútbol[1].
Esperando que se haya comprendido la analogía vamos ahora al liberalismo “a la Vargas Llosa”. A partir de La llamada de la tribu, puede apreciarse que el del Premio Nobel era –en primer lugar– un liberalismo no dogmático. Esto se constata viendo lo que escribe sobre Popper:
“El espíritu crítico es la condición indispensable del verdadero progreso en la ciencia y la vida social (…) es sometiendo a la prueba del ensayo y del error -es decir, tratando de falsearlas, de demostrar que son erróneas- como se conoce la verdad o la mentira de las doctrinas” (p. 150)
“Popper hace de la crítica el fundamento del progreso. Sin crítica, sin posibilidad de falsear todas las certidumbres, no hay avance posible en el dominio de la ciencia ni perfeccionamiento de la vida social” (p. 164)
Siguiendo el mismo hilo, Vargas Llosa destaca con Popper que no hay verdades eternas, sino solo provisionales hasta que se demuestre lo contrario:
“Si no hay verdades absolutas y eternas todos debemos reconocer que nuestras verdades pudieran no ser verdades” (p. 166)
Esta afirmación tiene importantes implicancias. Porque, por un lado, llama a la tolerancia y a la vida democrática. Y, por otro lado, porque promueve o, al menos, permite la experimentación.
En este sentido, el liberalismo de Vargas Llosa es también tolerante, no conservador y democrático.
En cuanto al conservadurismo y la tolerancia, Vargas Llosa hace loas al libro de Friedrich Hayek, Los fundamentos de la libertad, publicado en 1960. Allí, el autor austriaco defiende la libertad individual en estos términos:
“La libertad es esencial para dar cabida a lo imprevisible (…) Puesto que cada individuo conoce tan poco, y, en particular, dado que rara vez sabemos quién de nosotros conoce lo mejor, confiamos en los esfuerzos independientes y competitivos de muchos para hacer frente a las necesidades que nos salen al paso”
Esta frase puede entenderse, claro, como una defensa del mercado libre, en la que cada empresario –en su intento por maximizar ganancias– innova y crea bienes y servicios nuevos que mejoran nuestra calidad de vida, pero también para entender la diversidad en las formas de vida que pueblan al mundo. Puesto que nadie conoce lo mejor, la libertad es esencial para que cada uno descubra qué es lo mejor para su propia vida. Y si descubrís que lo mejor para tu vida es que quieres tener novia, o novio, o ser padre, o no, o viajar por el mundo, o adoptar un perro… siempre y cuando esa decisión no afecte (y no la afecta) la vida ni la libertad de terceros, los liberales no tenemos nada que decir acerca de ello.
Y así lo entendía Mario Vargas Llosa, quien creía que la diversidad “de ideas, acciones, costumbres, morales– es la única garantía que tenemos de que el error, si se entroniza, no cause demasiados estragos” (p. 250), al tiempo que pedía que América Latina se liberara de esa “tara inveterada que son el machismo y la homofobia”.[2]
La misma tolerancia en cuanto a las formas de vida individuales, grupales o familiares llevaba a Vargas Llosa a defender la tolerancia política y plantear un liberalismo inseparable de la democracia. Es que, así como yo no sé cómo tienes que vivir tu vida, se pide aceptar la duda de que el otro partido político, por más que no me represente en lo más mínimo, pueda tener algo de razón. Como decíamos antes, si no hay verdades absolutas y eternas… Entonces hay que permitir el ensayo y el error.
Fue famosa en este contexto la respuesta que Vargas Llosa le dio a Axel Kaiser cuando éste lo consultó acerca de si existían dictaduras menos malas, y puso el ejemplo de Pinochet versus Maduro. En su momento, Vargas Llosa respondió que dicha pregunta no la podía aceptar, puesto que “parte de una cierta toma de posición previa: que hay dictaduras buenas o que hay dictaduras menos malas. No, las dictaduras son todas malas… Todas las dictaduras son inaceptables”[3].
Esta afirmación aparece, de alguna forma, matizada en La llamada de la tribu. Allí, en la página 257, en el apartado de Isaiah Berlin, dice:
“Ciertas dictaduras de derecha que ponen énfasis en las libertades económicas, pese a los abusos y crímenes que cometen, como la de Pinochet en Chile, garantizan por lo general un margen más amplio de libertad ´negativa´ a los ciudadanos que las democracias socialistas y socializantes, como Cuba y la Venezuela de nuestros días” (p. 257)
El liberalismo de Vargas Llosa reconoció los riesgos que implicaba para la libertad la izquierda socialista, y se alejó del comunismo tal como ya han comentado extensamente en este coloquio, pero también entendió que el nacionalismo de la derecha también implicaba un riesgo para la libertad.
Sobre el nacionalismo, Vargas Llosa afirma en la obra que se trata de:
“… una pasión negativa, una perniciosa afirmación y defensa de lo propia contra lo foráneo, como si lo nacional constituyera de por sí un valor, algo superior, idea que es fuente de racismo, de discriminación y de cerrazón intelectual” (p. 137).
Según Vargas Llosa, Popper aprendió a detestar el nacionalismo, al que llamó “horrible herejía” y “bestia negra a la que siempre identificó como el enemigo mortal de la cultura de la libertad” (p. 142).
Pero, dirá algún joven paleolibertario, ¿no se puede ser racista y liberal? ¿Qué problema hay con que yo discrimine a XXX, YYY o ZZZ? Le recordamos a Ayn Rand, que decía que:
“El racismo es la forma más baja y groseramente primitiva de colectivismo. Es la idea de atribuir significado moral, social y político al linaje genético de una persona (…) que un hombre no ha de ser juzgado por su carácter y sus acciones, sino por el carácter y las acciones de un colectivo de sus antepasados”[4]
Para ir cerrando, Vargas Llosa también se hace eco de lo que Hayek expresa en Camino de servidumbre, que “pese a su odio recíproco, hay entre el comunismo y el nazismo un denominador común: el colectivismo” (p. 120). Y es a este colectivismo, a esta sumisión del individuo al grupo, a esta Llamada de la tribu, a la que se quiere resistir Vargas Llosa con su defensa del liberalismo.
Pese a haber comenzado como socialista extremo, Vargas Llosa pudo abandonar sus preconceptos y se convirtió en uno de los más respetados defensores de un liberalismo no dogmático, no colectivista, no conservador, no nacionalista, tolerante y democrático.
Me pregunto dos cosas. La primera: ¿existe un liberalismo que no sea todas estas cosas?
La segunda: ¿hay espacio para que este liberalismo gane el debate público?
Sobre el último punto Vargas Llosa da una opinión, al reflexionar sobre por qué Francia despidió a Jean Paul Sartre con fiestas nacionales, mientras que no hizo nada ni parecido con su admirado Raymond Aron.
“Los intelectuales y escritores que suelen figurar entre los más populares casi nunca lo son por la originalidad de sus ideas o la belleza de sus creaciones (…) Lo son sobre todo por su capacidad histriónica, la manera como proyectan su imagen pública, por sus exhibiciones, sus desplantes, sus insolencias, toda aquella dimensión bufa y ruidosa de la vida pública que hoy día hace las veces de rebeldía” (p. 230)
¡Qué actualidad! ¿no?
Y alguno podrá decir que ya está, que este histrionismo e insolencia que hacía que a los liberales no se les reconociera, ahora está jugando a nuestro favor, gracias a que ahora hay un libertario como presidente.
Y si me preguntan a mí yo pienso que sí, en buena parte, esto es así. Pero, a la luz de lo dicho anteriormente, hay otra parte donde tengo algunas dudas.
Muchas gracias por su atención.
[1] Maradona, aproximadamente, pateados 109, errados 19. Eficacia de 82,5%.
[2] Mario Vargas Llosa criticó la homofobia arraigada en América Latina. Infobae (Abril de 2012): https://www.infobae.com/2012/04/08/641191-mario-vargas-llosa-critico-la-homofobia-arraigada-america-latina/
[3] “Esa pregunta yo no te la acepto”: Mario Vargas Llosa saca aplausos tras parar en seco a Axel Kaiser. The Clinic (3 de mayo de 2018). Disponible en: https://www.theclinic.cl/2018/05/03/esa-pregunta-yo-no-te-la-acepto-mario-vargas-llosa-saca-aplausos-tras-parar-en-seco-a-axel-kaiser/?utm_source=chatgpt.com
[4] Rand, Ayn: “La Virtud del Egoísmo”. Página 181. Disponible en: https://albertozambrano.wordpress.com/wp-content/uploads/2017/01/la-virtud-del-egoismo-de-ayn-rand.pdf

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